España - Andalucía

Un menú verista bastante frugal

Paco Bocanegra
miércoles, 13 de diciembre de 2000
Málaga, viernes, 8 de diciembre de 2000. Teatro Cervantes. 'Pagliacci' (Prólogo), de R. Leoncavallo. Solista: V. Sardinero. 'Gianni Schicchi', de G. Puccini. Intérpretes: V. Sardinero (Gianni Schicchi), Tatiana Lisnic (Lauretta), Mabel Perelstein (Zita), Francisco Heredia (Rinuccio), Gerardo López (Gherardo), Aránzazu Velasco (Nella), Eugenio Marín (Gherardino), José A. García Quijada (Betto di Signa), Felipe Bou (Simone), Carlos Brú (Marcos), Mª Lourdes Benítez (La Ciesca), Carlos Ruiz (Maestro Spinelloccio), Javier Zorrila (Messer Amantio di Nicolao), Antonio Torres (Pinellino y Guccio). Orquesta Ciudad de Málaga, director Alexander Rahbari. Ópera en concierto Ocupación: 90%
9,24E-05 La segunda propuesta de la temporada lírica del Teatro Cervantes de Málaga se decantó por el Verismo, con un programa interesante pero que supo a poco por su excesiva modestia.La Orquesta Ciudad de Málaga, bajo la dirección enfática de Alexander Rahbari, resultó mucho más eficaz en los momentos de mayor intensidad, aunque es precisamente entonces cuando tiende, para fastidio del público, a reducir a los cantantes a meros figurantes en escena a los que no se escucha en absoluto, como por ejemplo en el problemático Prólogo de Pagliacci o en la escena de Rinuccio en Gianni Schicchi. Después sobrevinieron los múltiples momentos en los que la violencia expresiva debe abandonarse a favor de un colorido orquestal más matizado y capaz de plegarse a las sutilezas de esa bella y refinada página que es Gianni Schicchi, con un resultado logrado a medias que desequilibró la atmósfera general, de nuevo -en una ópera eminentemente coral- por una sintonía no siempre lo suficientemente estrecha con los cantantes.En el apartado vocal los mejores momentos los proporcionaron la veteranía de Vicente Sardinero, figura central de la noche, y la bisoñez de Tatiana Lisnic. El barítono posee una buena presencia escénica que le permitió desenvolverse en todo momento con gran seguridad, administrando de modo inteligente una voz todavía bastante sana. Comenzó delineando con autoridad el Prólogo de Pagliacci, aunque se le hubiera pedido mayor incisividad en el fraseo, perjudicado por una homogeneidad fruto, fundamentalmente, de cierta prudencia patente hacia el final. Mucho más logrado como Giani Schicchi, consiguió plasmar momentos de auténtica comicidad gracias a una ejecución elegante y más confiada. La joven soprano moldava Tatiana Lisnic encantó al público con la famosa aria de Lauretta O mio babbino caro, que interrumpió la función con sus aplausos. El motivo no residía tanto en una prestación vocal irrepochable (voz cálida, de bello timbre y con un buen fiato, pero técnicamente poco ortodoxa, con unos ataques al agudo comprometedores) sino también en su encarnación ideal del personaje, gracias a su figura de adolescente y una entrega que llegó a conmover, de un ingenuo patetismo muy adecuado a la pieza.Del resto del reparto, muy irregular, rescatar la temperamental Zita de la mezzo Mabel Perelstein y el Rinuccio de Francisco Heredia, una bonita voz de tenor algo pequeña, pero que salvó con dignidad los escollos de su parte.Este Gianni Schicchi del teatro malagueño corroboró, para acabar, el carácter arduo de esta ópera breve, que, a pesar de las muchas incertidumbres del comienzo, levantó el vuelo progresivamente para saldarse con un éxito razonable.
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