Discos
Transposing Birds
Luisa Morales López del Castillo
A bird I have that sings so well, / None like to her their tunes can raise; / All other birds she doth excel, / And of birds all best worthy praise…
Dedicado a William Byrd, este poema anónimo refleja la alta estima en que se tenía al compositor en su época. William Byrd, Peter Philips, John Bull, forman parte de la gran escuela de los “virginalistas” que se desarrolló en Inglaterra desde finales del siglo XVI hasta los primeros decenios del XVII. “Virginalistas” porque gran parte de su música estaba dedicada a los instrumentos de tecla-cuerda pinzada, conocidos genéricamente con el nombre de virginal en Inglaterra. Los tres músicos eran de religión católica, en una época en que la reina Isabel había reestablecido la iglesia anglicana después del reinado de María Estuardo. A pesar de ello, Isabel protegió a Byrd y le concedió el monopolio, junto a otro gran músico, Tallis, de la edición musical en Inglaterra durante veintiún años.
Sin embargo, es curioso notar que la mayor parte de la música inglesa para tecla de este período ha llegado a nosotros en manuscritos: la importantísima colección que bajo el nombre de Fitzwilliam Virginal Book recoge a los compositores más emblemáticos de la tecla inglesa, desde Tallis (c1505-1585) hasta Tomkins (1572-1656) fue copiada por Francis Tregian en su prisión de Londres, donde fue a parar a causa de su fe católica; por otro lado, My Lady Nevells Book (1591), dedicado por entero a obras de Byrd, tambien es un manuscrito. ¿Por qué no publicó Byrd sus obras para teclado, cuando sin embargo sí publicó su obra religiosa vocal? Una de las respuestas podría ser la dificultad en reproducir la complicada figuración de esta música. En cualquier caso, el primer libro de tecla impreso en Inglaterra, Parthenia, apareció en 1611-1612 con obras del mismo Byrd, Gibbons y Bull.
El clavecinista Bertrand Cuiller ofrece en este CD una selección de obras extraídas de las antologías mencionadas. Para su interpretación utiliza dos instrumentos: una reproducción de un virginal de estilo flamenco (Skowroneck) y una copia de un clavecín transpositor de Ruckers (Humeau). El clavecín transpositor, del que se conservan hoy en día varios ejemplares del constructor flamenco Ruckers, es un instrumento de dos teclados, separados por un intervalo de cuarta. Fueron creados con la función de transportar instantáneamente la música escrita en chiavetti, esto es en claves de tesitura alta (Fa3 o Do5, y con menor frecuencia Do4, Do3). Por eso, no salimos de nuestro asombro cuando escuchamos la bellísima Pavana Dolorosa de Peter Philips transportada a la cuarta inferior.
Y escribo ‘escuchamos’ en plural, porque me acompaña en Edimburgo en la audición Grant O’Brien, el autor del libro de referencia Ruckers, a harpsichord and virginal building tradition (Cambridge University Press), totalmente perplejo: ¿qué sentido tiene tocar esas obras transportadas? es más ¿qué sentido tiene hacer una copia de un clave transpositor hoy en día? En las notas del CD referentes a los instrumentos, Philippe Humeau escribe que “el espíritu de la música de Byrd no es el mismo si se toca una cuarta inferior” ¡Pues claro que no es el mismo, se convierte en un espíritu oscuro!
La opción estético-histórica del intérprete Bertrand Cuiller muy probablemente esté basada en el libro de David Ledbetter Harpsichord and Lute Music in 17th-Century France (puede leerse un resumen sobre la polémica en este enlace). A usted, auditor, le toca juzgar.
Las notas de Damien Vaisse son un buen complemento a este CD. La presentación gráfica y toma de sonido es encomiable.
Este disco ha sido enviado para su recensión por Diverdi
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