Crónicas Porteñas

Buenos Aires sigue dando sorpresas al mundo cultural

Susana Desimone
lunes, 22 de mayo de 2006
Daniel Varacalli Costas y Gustavo Gabriel Otero  © EEMM Daniel Varacalli Costas y Gustavo Gabriel Otero © EEMM
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Buenos Aires fue el inesperado escenario en el que se desarrolló la presentación del libro: 'Puccini en la Argentina. Junio-Agosto 1905', escrito por los musicólogos Gustavo Otero (el crítico de ópera local de mundoclasico.com) y  el también crítico musical Daniel Varacalli Costas, editado por el Instituto Italiano de Cultura, y declarado de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.  

El acto tuvo lugar el día 17 de mayo, en el Salón Dorado de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires ubicado en la muy española Avenida de Mayo 575, vale decir, en el mismo palacio en el que el diario La Prensa tenía su sede, y donde se alojó el maestro Giácomo Puccini junto con su esposa,  durante su estadía en Buenos Aires en el año 1905, adonde llegara invitado por ese mismo diario.

Y vale el término inesperado porque hasta el presente se ignoraba la existencia de una composición que Puccini escribiera destinada a ser cantada en las escuelas. Ese tema, en realidad una marcha, fue titulada Dios y Patria y la partitura fue publicada por el diario, aunque nunca llegó a ser interpretada para los fines con que había sido compuesta así como tampoco públicamente en ningún recital o concierto.

De manera que se trata de una verdadera exhumación de un material inédito cuyo valor resulta innecesario destacar, habida cuenta de la personalidad de su autor y cuya interpretación durante el acto del día 17 tuvo el carácter de un verdadero estreno mundial.  

Asimismo cabe destacar que, como lo expresaran los autores en un reportaje reciente “…en la mayor parte de las biografías de Puccini, su visita a la Argentina se menciona muy por encima, o directamente se ignora. En cambio los detalles de sus viajes a los Estados Unidos están exhaustivamente comentados. Y eso es un error que debe revertirse. No debemos olvidar que, en aquellos tiempos, muchísimas óperas tenían su première fuera de Italia, en primer lugar en Buenos Aires. Y hay otros errores también en algunas biografías, como el de referirse al Teatro Colón durante la visita de Puccini a nuestro país. Hay que recordar que el Teatro Colón actual se inauguraría tres años después del viaje de Puccini a la Argentina, esto es, en 1908, ya que el viejo Colón había cerrado en 1888.”

Y retomando nuestra crónica digamos que el Salón Dorado de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad se vió desbordado por una multitud atraída por la noticia sobre el descubrimiento de una partitura inédita del gran Puccini, por el que los porteños sienten una verdadera devoción.

Ese magnífico salón era, a comienzos del siglo XX, uno de los muchos salones del imponente palacio donde funcionaba el diario La Prensa. Y en él fue servida la cena de despedida al maestro italiano el día 7 de agosto de 1905.

Actualmente funciona como estupendo Salón de Actos (conocido como Salón Dorado, por la riqueza de su clásica ornamentación) del Gobierno Autónomo de la Ciudad de Buenos Aires.

El acto del día 17 de mayo, al que nos venimos refiriendo, contó con la presencia del Embajador de Italia en la Argentina, el Director del Instituto Italiano de Cultura, la Ministra de Cultura del Gobierno de la Ciudad Silvia Fajre y un representante de la Legislatura porteña.

Cada uno de estos funcionarios pronunció unas breves palabras exaltando la importancia del acontecimiento cultural que se estaba celebrando.

Muchas otras personalidades del mundo del arte y la cultura sumaron su presencia. Así pudo verse al Secretario de Cultura de Avellaneda, Hugo Caruso; a Carlos Sampedro por la Dirección del Teatro Colón; a Frank Marmorek, Presidente y Director  General y Artístico de Buenos Aires Lírica; a un representante de la Casa de la Ópera de Buenos Aires que dirige la señora Adelaida Negri; al señor Luis Ovsejevich por la Fundación Konex de Buenos Aires; al señor Jorge Daniel di Lello por la Fundación del Teatro Colón; a la Jefa de la Oficina de Prensa del Teatro Colón, y al representante de la Oficina de Prensa del Teatro Argentino de La Plata.  

Los propios autores, Varacalli Costas y Gustavo Otero hicieron luego algunas referencias a la gestación de su libro, no por breves menos emotivas.

En efecto, ellos recordaron la emoción con que comenzaron la recopilación de las fotografías existentes que registraban la visita del maestro Puccini a la Argentina durante el año 1905, con la intención de dar forma a una muestra fotográfica que se llamaría: “Puccini en la Argentina. A cien años de su visita”. La búsqueda, selección y montaje del material y la organización de ese primer homenaje estuvo a cargo de los autores y de Patricia Casañas, quien –como los investigadores recuerdan en la Introducción al libro- también colaboró en la preparación de la obra. 

La gran sorpresa fue, para Otero y Varacalli Costas, encontrar –durante el trabajo de confección del libro que comentamos- en  forma casual e inesperada, la partitura de la pieza inédita Dios y Patria publicada en el mismo diario La Prensa, el día 15 de agosto de 1905.

Cabe destacar que este hecho resulta insólito por sí mismo. Ya que no era común, ni lo fue más tarde, que un diario publicara una partitura musical en sus páginas.

El tema en cuestión es una canción de esquema simple, en do mayor, con letra de Matías Calandrelli, un maestro italiano que había sido invitado por Domingo Faustino Sarmiento (presidente del país entre los años 1868 y 1874) a residir en la Argentina, y que llegó a ser el primer rector del Colegio Nacional de La Plata.

Si bien la letra de Calandrelli no tiene mayores méritos literarios, y su estilo no parece haber resistido el paso del tiempo, resultó emocionante escuchar la música que el maestro Puccini concibió para ella, interpretada por nuestro gran barítono Omar Carrión.

Digamos también que haber recuperado esa obra es el gran mérito de estos dos investigadores argentinos: Gustavo Gabriel Otero y Daniel Varacalli Costa, quienes, sin duda,  llevaron a cabo una exhaustiva investigación y volcaron en el libro la minuciosa reconstrucción del tiempo que el gran maestro Giácomo Puccini pasó entre nosotros, la gestación y realización de la obra, y la relación de esos hechos históricos con el marco cultural y político de la Argentina de comienzos del siglo XX.

El libro abunda,  además, en anécdotas y episodios vividos por Puccini y su esposa durante toda su estadía en Buenos Aires, donde fueron realmente abrumados por los homenajes y agasajos de toda índole con los que la ciudad quiso demostrar el afecto y la enorme admiración que sentía por su producción lírica.

Hasta pudo satisfacer su pasión por la caza, cuando fue invitado a viajar a diversas estancias de la provincia de Buenos Aires, en las que tuvo el placer de demostrar sus condiciones de excelente tirador en las partidas que se organizaron.

Otro hecho significativo desde el punto de vista histórico y cultural que se menciona en el libro que comentamos es la revisión que Puccini llevó a cabo de la ópera Edgar entre los meses de febrero y marzo de 1905. Dicha revisión, que resultó la versión definitiva de la obra, se estrenó en el Teatro de la Ópera de Buenos Aires, el 8 de julio de 1905, en presencia de su autor.

Luego de su viaje Puccini nunca regresaría a América del Sur, pero “con su visita a Buenos Aires y Montevideo de 1905, logró una relación inolvidable con esta parte del continente”, tal como se remarca en el libro que comentamos.

Es que la obra pucciniana tuvo siempre, una extraordinaria resonancia en el público argentino que admiró sin reservas la calidad técnica, el talento volcado en la orquestación, el tratamiento conferido a las voces y la profunda sensibilidad de sus composiciones.

Por tal motivo el acto con el que se presentó el libro de Otero y Varacalli Costas concluyó con lo que, para todos los presentes, fue  un verdadero regalo: con la dirección musical del maestro Mario Peruso, dos grandes cantantes argentinos: el ya citado Omar Carrión y el tenor Enrique Folger interpretaron, acompañados al piano por el maestro José Luis Juri,  una serie de obras de cámara de Giácomo Puccini, coronando su actuación con el estreno del himno escolar que dio origen a esta inolvidable ceremonia.

Luego del breve concierto, ante las ovaciones y el requerimiento del público, los cantantes interpretaron un breve fragmento de La Bohéme, que suscitó nuevos y estruendosos aplausos.

Los autores del libro Puccini en la Argentina han prometido continuar su labor de investigación sobre otros autores italianos que han pasado por nuestro país. Ojalá los resultados de esa apasionante labor sean tan brillantes como el que nos permitió disfrutar de este aporte a la historia de la lírica y al recuerdo de los profundos vínculos que unen a la Argentina con Italia. 

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