Discos
Merecido recuerdo
Paco Yáñez
Nuevo lanzamiento del sello Verso en su repaso a lo que ha sido la música española en las últimas décadas. A los monográficos de Halffter, Camarero, Marco o Lanchares, se une ahora un CD dedicado íntegramente a la figura del compositor manchego Ángel Arteaga (Campo de Criptana, Ciudad Real 1928 - Madrid, 1984), prematuramente desaparecido y que recibe aquí una atención hasta ahora poco dispensada a su obra. Arteaga es conocido, mayoritariamente, por su labor como compositor de más de 200 bandas sonoras para cine y documentales. Esta dedicación ocultó, en ocasiones, un catálogo de composiciones, no muy extenso (sobre 30 obras), fuera de la música para la gran pantalla, parte de las cuales se presentan ahora por primera vez en CD.
Pertenece Arteaga a la llamada 'Generación del 51', grupo en el cual encontramos a una serie de compositores como Halffter, de Pablo o Guinjoan; generación en la cual Arteaga no se incluyó de forma plena en parte por el estilo más conservador de su obra, así como por su carácter, que el propio Temes, en sus notas en el libreto, define como individualista y solitario, algo que dificultará la difusión, estudio y conservación de su obra, en los últimos años paulatinamente olvidada.
Compositor manchego por nacimiento y sentimiento, Arteaga aprende música de forma autodidacta, piano y trombón, instrumento que tocará en diversas bandas. Estudia en el conservatorio de Madrid (1950), y al terminar dichos estudios se traslada a Alemania, donde, en Múnich, estudiará con Carl Orff y Harald Genzmen. A su vuelta a España se dedicará, mayoritariamente, a la música para el cine, así como a la docencia, actividad ésta que desempeñará hasta el final de su vida, como catedrático en el Conservatorio de Madrid.
Como indica en las notas José Luis Temes -que en su empeño por defender la música de Arteaga, dirige también las piezas orquestales, además de erigirse en productor musical y artístico-, este disco es el primer monográfico que al manchego se le dedica; autor de una obra heterogénea y algo irregular, como el propio Temes reconoce, resultado de un talento que “no pudo fructificar en la medida que hubiera cabido esperar”. Verso reune en este CD siete composiciones que abarcan trece años (1961-1973) de trabajo de Ángel Arteaga. Encontramos en él diversas piezas para solista, entre las que destacan Albisiphon (1973), para flauta, y, sobre todo, las Tres piezas breves (1963), para piano solo, en estilo claramente weberniano, fruto de la estancia de Arteaga en Alemania, y de su contacto y estudio de las vanguardias serialistas de los años cincuenta.
Pero, sin duda, lo más destacado en su producción son sus obras orquestales, algunas de las cuales auténticas “obras en progreso”, que han conocido distintas realizaciones hasta las ediciones que ahora presenta Temes como prácticamente definitivas. Se trata de composiciones de estilos muy diversos, que muestran un compositor abierto a distintas estéticas y lenguajes, como veremos en un breve repaso por las mismas.
Sinfonieta (1961), compuesta en Múnich, ofrece un clarísimo ejemplo de escritura neoclásica. Estructurada en tres partes, parece inevitable pensar en Stravinski al escucharla, así como en ciertos pasajes de Procofiev o en el propio Hindemith. Se trata de una obra hermosa y de sencilla factura, con momentos de cierto virtuosismo, quizás entre los más puros en su estilo neoclásico en la música española de la época.
Divertimento (1967), para cuerdas, dentro de un estilo también neoclásico se acerca más a lo que podría ser la estela de un Bartók, en una estética un tanto ecléctica de curiosos resultados, como se percibe en esa cuerda a camino de tantas cosas.
Ecléctica es también Músicas de Don Quijote (1961-1968), donde trabaja danzas de la época del personaje más universal de su Mancha natal, al cual ya había dedicado otras partituras cinematográficas. La obra retoma músicas de carácter renacentista, ya sean de espíritu profano y popular, en grupos de madera deliciosamente evocadores del ambiente quijotesco, como en la 'Gaillarde', que poco a poco se va integrando con técnicas más propias del siglo XX, en un diálogo intertemporal de lo que probablemente La Mancha representa para personaje, escritor y compositor. Prosiguen los ecos de Stravinski, casi literales, como el tema de madera de la 'Danza baja' (00:06). La 'Zarabanda' se acerca más al mundo de un Orff, mientras que 'Del fresco aire' presenta una polifonía para maderas que evoca nítidamente la polifonía sacra vocal renacentista.
Santo de palo (1971) es la obra más ambiciosa en sus planteamientos vanguardistas. De corte postweberniano, con acusada tendencia al serialismo; la pieza, para voz y ‘ensemble’, no llega a abandonar la presencia melódica y, como también señala Temes, la sombra del bouleziano Le marteau sans maître (1953-55) planea sobre la misma. Muy reflexiva y concisa, esta obra se basa en un poema de Pedro Salinas.
Versiones muy cuidadas a cargo de una de las mejores orquestas de España, la Ciudad de Granada, que parece extraer lo mejor de estas partituras en sus diversos grados de complejidad. Las lecturas de José Luis Temes, reconocido intérprete de la música del siglo XX en nuestro territorio, refuerzan y se adecúan al poliestilismo de Arteaga, incidiendo en la claridad, la tímbrica, el ritmo y el color que se desprende de cada una de ellas.
La toma sonora es extraordinaria en presencia y claridad, en primerísimo plano, aunque quizás con un nivel de decibelios un poco elevado, contribuyendo a una audición nítida y vivencial de las obras.
En resumen, estamos ante un CD que hace justicia a una figura de la música española oscurecida en los últimos años y que con este disco se hace accesible de forma definitiva para el público. Pocas finalidades más interesantes que ésta puede tener una grabación discográfica, así como su interesante y completo libreto, con abundante material gráfico de compositor, partituras e intérpretes.
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