Argentina

La magia de la zarzuela

José Mario Carrer (1937-2022)
viernes, 23 de junio de 2006
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Salta, jueves, 15 de junio de 2006. Casa de la Cultura. Fragmentos de famosas zarzuelas escritas por Pablo Luna, Manuel Fernández Caballero, José Serrano, Reveriano Soutullo y Juan Vert, Federico Chueca, Federico Moreno Torroba, Francisco Asenjo Barbieri, Jerónimo Jiménez, Pablo Sorozabal, Manuel Penella, Amadeo Vives, Francisco Alonso, Ruperto Chapí y Tomás Bretón. Dirección escénica, Elio Lafuente. Coordinador, Jorge Velarde. Solistas: Silvia Gatti y Myriam Molina (sopranos), Fabian Mignani (tenor), Matías Safarsi (baritono). Ballet "Sol de Portocarrero". Directora Daniela Pérez. Coro de Cámara de la Universidad Católica de Salta. Orquesta Sinfónica de Salta. Dirección musical, Maestro Jorge W. Lhez
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La ciudad de Salta cuenta con un fuerte asentamiento de hombres y mujeres oriundos de España llegados desde fines del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX. Ellos no solo han mantenido el amor por la música de su tierra de origen, sino que la mayoria ha sabido inculcar a sus descendientes ese justificado amor por sus tradiciones. En este caso por las particulares connotaciones de sus letras y de este género llamado zarzuela -que para nada puede ser considerado menor- tan especial, tan representativo de las distintas regiones españolas, al punto que a los organizadores de esta representación se les ocurrió diseñar una semana de actuaciones, con aforos vendidos al cien por cien y que estoy seguro si hubieran ocupado más días, tambien se hubieran colocado las totalidad de las localidades.
 
Es de justicia reconocer que hay un artífice, un impulsor que todos los años pone todo lo que tiene a mano para que la temporada de zarzuelas se lleve a cabo. Me refiero al coreuta, funcionario público, hombre vinculado al arte musical de nuestra provincia, conocedor de la música española, Jorge Velarde. Con la ayuda de la Dra. María Beatriz Casermeiro de Goytia, tocan puertas, llaman a artistas, consiguen fondos, etc. y la temporada se hace. La de este año es exitosa. Siete funciones vendidas hasta el tope, un equipo técnico de treinta y cinco personas, un ballet de siete buenos bailarines que conocen el género, cuatro solistas, un coro, una orquesta de cuarenta y cinco músicos y un director musical realmente capaz, mas el apoyo institucional de la Secretaría de Cultura y la Universidad Católica, sólo puede dar como resultado una buena aunque breve temporada.
 
Comencemos con el director: Jorge Lhez preparó la orquesta y el coro. Lo hizo con sabiduría, pensando que la música es tan importante como el texto o viceversa. Entonces trató al conjunto instrumental de tal manera que las letras se entendieron perfectamente y aun cuando Silvia Gatti tuvo alguna indecisión en la afinación de la 'Romanza de la Rosa' de Los claveles (José Serrano), cuidó el detalle orquestal y se dió el lujo de ayudar a recomponer el canto de la solista. Para el acompañamiento del ballet, por ejemplo, en El baile de Luis Alonso, trajo la música de Cadiz con tal prestancia que el pequeño pero eficaz cuerpo de ballet tuvo muy buen desempeño.
 
De los solistas me quedo sin duda con el bajo abaritonado Matias Safarsi, que compuso personajes desde el canto hasta la actitud teatral con singular soltura y seguridad. Registro uniforme, voz bien colocada, lució en 'La Canción de Mancor', el ciego vendedor ambulante de El niño judío (Pablo Luna). Luego nuestra conocida Myriam Molina, la soprano tucumana, consumada profesional que sin deslumbrar fue convincente como en el 'Vals' de Chateau Margaux (Manuel Fernández Caballero). Tambien Silvia Gatti en general estuvo a la altura de las exigencias como en 'La Presentación de Paloma' de El Barberillo de Lavapiés (Francisco Asenjo Barbieri). Finalmente el tenor Fabian Mignani, de agradable timbre, que en ésta, su primera prsentación pública, fue traicionado por nervios iniciales impidiendo que sus ataques agudos fueran buenos. Sin embargo, cuando estos agudos son alcanzados de a poco, la calidad de la emision es más que interesante. Tuvo un momento feliz en 'La Romanza de Leandro' de La tabernera del puerto (Pablo Sorozabal).
 
El coro cumplió su cometido. Flexible, afinado, equilibrado en sus cuatro secciones, redondeó un excelente trabajo. Chispeante cuando hizo falta, con delicadas sombras en otros, divertido y ocurrente en general. Siempre que fui a Madrid, fue en verano y por tanto las zarzuelas que escuché y ví lo fueron en el Centro Cultural de la Villa. pero si algun habitué de ese lugar hubiera escuchado y visto esta selección, seguro que se iba conforme.
 
La orquesta, como de costumbre, muy bien. En ese nivel, fue destacable por el brillo y el colorido brindado en el ritmo ternario del estupendo 'Fandango' de Doña Francisquita (Amadeo Vives). Las texturas fueron adecuadas, transparentes, claras y los distintos ritmos fueron bien transmitidos. Lució, sin duda el solo del concertino Valeriu Bivol en el 'Intermezzo' de La leyenda del beso (Soutullo y Vert).
 
El movimiento escénico fue bien resuelto y el diseño escenográfico, una realización del artista plástico Guillermo Pucci, tuvo espíritu y sabor hispano además de servir para todos los cuadros. En cuanto al vestuario, solo caben loas. El esfuerzo económico brindó sus frutos en un ropaje de inesperada calidad y representatividad.
 
Asi pasaron jóvenes enamorados, recien casadas que cantan un vals en una lujosa mansion madrileña, bellas danzas gitanas, la Rosa de Los Claveles sentida por la ausencia de Fernando, Vidal Hernando confesando su amor a Luisa Fernanda, mozas que esperan impacientes a sus mozos, maestros de baile que organizan fiestas en sus mansiones, lo que dejó de lado la construcción de la Gran Vía, la tabernera Marola que es defendida por Juan de Eguía, los ardides de la niña Francisquita para enamorar a Fernando, los enredos que se producen en el supuesto colegio que al final resulta una casa de citas, la jota de la Dolores. En fin, todos argumentos que rozan la ficción y la credulidad, pero que en última instancia dan vida a bellos pasajes musicales.
 
Perdí la cuenta de las veces que la zarzuela se muestra a través de fragmentos, conocidos o no, de las más famosas piezas del género. Corresponde ahora empezar a pensar en una zarzuela completa y justamente éso es lo que se me anticipó para el 2007. Público hay, con qué hacerla tambien. Y ésto, en un medio donde estas puestas son tan costosas, ya es un logro.

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