Discos

Pureza vocal

Esteban Hernández
viernes, 7 de julio de 2006
Francisco Guerrero: Canciones y Villanescas Espirituales. La Trulla de Bozes. Carlos Sandúa, director. Producción: José María Martín Valverde. Grabación de la serie Documentos Sonoros del Patrimonio Musical de Andalucía, patrocinada por la Junta de Andalucía. Un CD DDD de 65:16 minutos de duración grabado en el Monasterio de Loreto (Sevilla) en Junio de 2005. Almaviva DS 0143. Distribuidor en España: Diverdi
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Las Canciones y Villanescas Espirituales de Francisco Guerrero (Venecia, 1589) constituyen sin duda alguna uno de los repertorios en lengua vernácula más interesantes dentro del panorama compositivo del renacimiento hispano. Con 61 años y unas cuantas ediciones a sus espaldas, Francisco Guerrero tomó la decisión de publicar las Canciones y Villanescas, que tanto reconocimiento le habían ya conferido, en una soberbia edición dedicada al cardenal Rodrigo de Castro, con textos “tornados a lo divino“. El por entonces maestro de capilla de la catedral de Sevilla tomó la firme decisión de publicarlas en Venecia -desde donde estaba garantizada su difusión- en aras de detener las deformaciones a las que los procesos de transmisión del repertorio iban sometiendo a las obras -en su origen con selectos textos profanos-, transformaciones que, según el propio prologuista de la edición, Cristóbal Moxquera de Figueroa, hubiesen determinado su fenecimiento en el carro del anonimato, tal y como lo han demostrado algunos manuscritos en los que aparecen bien como obras vocales, bien como repertorio para ministriles.

El camino hacia su publicación se iniciaría seguramente pocos días antes de la fiesta de la Asunción del año 1588, momento en el que Guerrero se encontraba en Venecia para partir rumbo a su ansiado viaje a Tierra Santa, del que posteriormente publicaría su personal cuaderno de bitácora (El viage a Hierusalem, Valencia: Juan Navarro,1590). Fue esa ocasión la que Guerrero aprovechó para entregar su ingente material en la imprenta de Iacomo Vincenti en espera de verlo publicado a su vuelta. Así, el 19 de enero de 1589 Guerrero desembarcó en Venecia donde se detendría mes y medio “por reparar la salud y trabajo del camino y corregir mis libros que hallé estampados”, trabajo que había sido realizado bajo la supervisión de Gioseffo Zarlino, maestro de capilla de San Marcos.

Desde que Francisco Guerrero dejase la imprenta veneciana de Vincenti rumbo a Sevilla, las Canciones y Villanescas Espirituales no han dejado de circular por la geografía peninsular y transoceánica buscando el amparo de una sonoridad en cierto modo olvidada y que gracias a interpretaciones como la que nos ocupa se está volviendo a retomar. La recreación sonora de su repertorio en lengua romance, pese a ser Guerrero uno de nuestros mayores exponentes y estandartes del panorama compositivo renacentista, había corrido hasta la fecha igual suerte que el de contemporáneos suyos como Orazio Vecchi, quien el mismo año -y también en Venecia- publicó el primer libro de los Madrigali a Cinque, esta vez en la imprenta de A. Gardano, esfuerzo el de antaño que en lo que al compositor italiano concierne no se ha visto aun recompensado con una inmortalización sonora de su repertorio madrigalesco.

Por fortuna en nuestro caso, los literales desafíos que tuvo que pasar Francisco Guerrero para la publicación de sus Canciones y Villanescas Espirituales están viendo poco a poco su recompensa a través de las interpretaciones en concierto del repertorio y de las ansiadas grabaciones del mismo, grabaciones todas ellas, eso sí, realizadas por grupos españoles, quizás debido a los problemas de inteligibilidad textual que deberían afrontar los intérpretes de peregrinas lenguas.

El resurgir de las Canciones y Villanescas Espirituales tiene sus orígenes en un primer interés musicológico, gracias a Miguel Querol y Vicente García, que tuvo como fruto la apertura de la opera omnia de Guerrero con estas obras en sus dos primeros tomos (CSIC, Instituto Español de Musicología, 1955 y 1957), edición de la que presumimos bebe la propuesta que hoy nos ocupa en espera de una mayor formación filológico musical-por parte de los interpretes -en aras de no depender de peligrosas interpretaciones ajenas-. Posteriormente, Raúl Mallavibarrena desató el reciente primer interés discográfico, apoyándose en su propia casa -Enchiriadis- para lanzar en tres CD’s la integral de este magnífico repertorio -del que solo hemos podido escuchar hasta la fecha el relativo a las Villanescas, vol. I-.

Con un proyecto menos ambicioso apareció el año pasado la interpretación que nos ocupa, a cargo de La Trulla de Bozes bajo la dirección del también contratenor Carlos Sandúa, en una edición que se incluye dentro de la serie 'Documentos Sonoros del Patrimonio Musical de Andalucía', que auspicia la Junta de Andalucía. En este caso la intención de Sandúa se ha visto condicionada a la publicación de un solo CD y por tanto a la siempre difícil elección de un repertorio que se pueda considerar representativo, hecho que a mi parecer solventa con gran diligencia (con 19 de las 61 piezas de las que consta la edición de Guerrero).

Si Mallavibarrena se sirvió del Ensemble Fontegara como conjunto instrumental a base de arpa doble renacentista, vihuela y guitarra de cuatro órdenes y percusión, Carlos Sandúa elige para su interpretación un conjunto constituido por órgano, arpa y bajón. Sigue pues en la misma línea de acompañamiento que planteó en aquel primer disco titulado Sevilla circa 1560, grabado gracias al premio obtenido en el año 2000 por la joven formación en la categoría de ‘Early Music’ de la 'International Young Artist's Presentation del Festival Van Vlaanderen de Amberes', y que tanto reconocimiento les concedió.

En este sentido la eliminación de la percusión se me antoja más acorde en aras de acomodar las piezas a un ambiente interpretativo más íntimo y cercano a una estética inmediatamente postridentina. La utilización del arpa es llevada a cabo de forma acertada para rellenar el espectro armónico de obras a tres como 'O, Virgen, quando’s miro', mientras que el órgano otorga solidez armónica a las coplas a solo de villancicos como 'Virgen Sancta' (a cinco), en lo que a mi parecer se presenta de nuevo como una acertada opción.

Ya éramos conscientes de que la pureza vocal es algo que La Trulla de Bozes busca desde su aparición en 1998, y este disco se vuelve a enmarcar en ese estilo más austero que intenta exprimir todo lo posible la calidad y claridad tímbrica y contrapuntística que atesoran el repertorio en origen a cappella de nuestros maestros renacentistas, sin acudir a las mixturas - en ocasiones fritangas - propuestas por otros afamados y aclamados directores. La citada inteligibilidad textual es asimismo un aspecto bastante cuidado por La Trulla de Bozes -destacable también en sus actuaciones en directo, las cuales recomiendo fervientemente-, algo que siempre es de agradecer/exigir en este tipo de repertorio.

Por otra parte, la regularidad a nivel interpretativo se puede destacar como una característica de la última propuesta de Sandúa, ya que durante las 19 piezas la formación mantiene un notable equilibrio entre las voces, que destacan tanto de forma conjunta como individual. En último término, son de valorar más que positivamente las secciones homofónicas mientras que en alguna breve ocasión el contrapunto ve ligeramente ofuscada su concisión en la declamación del texto, como ocurre en la primera pieza a cinco, 'Hombres Victoria, Victoria' (min. 0:23) donde desaparece alguna que otra consonante en los tenores (asegura nuestra gloria) algo que se solventan sin embargo en la reexposición y mitigan ante la indudable calidad global del disco.

Este disco ha sido enviado para su recensión por Diverdi

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