España - Cantabria
Festival de SantanderDos noches con Masur (I)
Roberto Blanco
Primera audición en España de Cinco mensajes para la reina de Saba del compositor contemporáneo alemán Hans Werner Henze, una obra que en escasos veinte minutos muestra el particular mundo sonoro de su autor, hecho de colorido, vitalidad, contraste orquestal y frenesí rítmico.
Se trata de cinco pasajes orquestales que se refieren a otros tantos cuadros de su ópera La Upupa y el triunfo del amor filial (Salzburgo, 2003), que precisamente estrenaron la Orquesta Nacional de Francia y Kurt Masur en febrero de 2005 en el Teatro de los Campos Elíseos.
El primer mensaje está confeccionado con el material sonoro del quinto episodio de la ópera, titulado 'Un conflicto', con el trombón como protagonista de una música estridente y agitada. El segundo, un ‘Scherzo’ donde predomina el sonido ondulante de los saxofones, se basa en el segundo cuadro, 'Los hijos del visir'. Extraído del noveno cuadro ('Un reencuentro'), el tercer mensaje lo inicia lentamente la cuerda para ir aumentando su intensidad antes de que trompeta y saxofones se adueñen del espacio. Del cuadro décimo, 'La caja mágica', procede el material del cuarto mensaje, donde irrumpe un fandango con intervención de flautas, arpa, percusión y piano. Y por último, el ‘Adagio’ del quinto tiene su origen en 'La hora azul', el undécimo cuadro de la ópera.
La obra resulta atractiva pese a su complejidad musical, similar a un magma que evoluciona, que por momentos se serena para, como una ola gigantesca, volver a alzarse y de nuevo a renovarse mediante inesperados contrastes rítmicos y la coexistencia de muchos tipos de elementos sonoros, mostrando esa mezcla de refinamiento expresivo y de oficio técnico que caracteriza a la obra de Henze.
La Orquesta Nacional de Francia respondió a la altura de lo exigido, con un sonido compacto y luciendo las bellezas y originalidades de una partitura tan rica en contrastes, bajo las manos titubeantes pero el cerebro seguro y analítico de Kurt Masur, quien dejó constancia del dominio y conocimiento del lenguaje de Henze.
La respuesta del público no fue especialmente efusiva, pero se aplaudió la importancia del esfuerzo.
La segunda parte del concierto la ocupó la Séptima sinfonía de Dimitri Shostacovich, dedicada a la resistencia del pueblo ruso contra la furia hitleriana, y compuesta precisamente durante el paroxismo de la batalla entre Alemania y la URSS. Masur restituyó el universo de Shostacovich con la colaboración de la calidad de los atriles de la ONF, siguiendo con brillo y sin vulgaridad la progresión sonora de la partitura. Esa violencia sin agresividad de la cuerda, esa flexibilidad, consiguió que las gradaciones de la marcha del primer movimiento fueran justas y los planos sonoros quedaran bien definidos. El humor de la segunda parte transpiró con naturalidad, con el soberbio trabajo de corno inglés y clarinetes. La grandeza del coral del ‘Adagio’ abrió un bello espacio donde las frases cantaron con sobriedad. Y el final fue también muy convincente por el progresivo ascenso de las tensiones. La concentración volcánica de músicos y director condujo así hasta una gloriosa apoteosis, algo contenida pero que dotó de amplitud a la excelente versión que pudimos escuchar.
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