Argentina

Un verdadero músico

José Mario Carrer (1937-2022)
sábado, 9 de diciembre de 2006
Salta, domingo, 9 de abril de 2006. Iglesia Nuestra Señora de la Merced. Recital del Maestro Mario Videla (órgano). Juan Sebastian Bach (1685-1750): Canzona en re menor BWV 588; Pastorale en fa mayor BWV 590; Coral Ich ruf su dir, Herr Jesu Crist (A ti te llamo Señor Jesucristo) BWV 639; Preludio y Fuga en la menor BWV 543. Wolfgang A. Mozart (1756-1791): Obra completa para órgano: Fantasía en fa menor K.608; Andante en fa mayor K.616; Adagio y Allegro K.594. Temporada del Mozarteum Argentino de Salta.
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El maestro Mario Videla, salteño de nacimiento pero formado en la Facultad de Artes de la Universidad de La Plata, con estudios de perfeccionamiento en Alemania, Holanda y Gran Bretaña, director artístico de los Festivales Musicales de Buenos Aires, fundador y director de la Academia Bach de Buenos Aires, beneficiario de no pocas distinciones en nuestro país y en el exterior, intérprete reconocido internacionalmente, es ante todo, un verdadero músico, un gran músico, un hombre cuyo intelecto no está entregado a la música simplemente sino a su expresión mas elevada como lo es el 'arte musical'. Ha llegado a su tierra natal, trayendo todo su poderoso bagaje técnico y artístico para brindar una actuación magistral en el organo Walcker (1906) de la significativa Iglesia de la Merced.

El programa de mano incluye un concepto de Johann Nikolaus Forkel, biógrafo del compositor, que no puedo desperdiciar: "Las composiciones existentes de este hombre admirable (Bach), están llenas de expresión, de recogimiento, devoción y dignidad". Hoy se puede decir que Juan Sebastian Bach fue la principal figura del barroco alemán, con su inventiva riquísima plasmada en un tejido armónico irreprochable, cargado de recursos no solo originales sino de gran ingenio jerarquizando el discurso sonoro tan agradable al oido en su dimensión cromática.

La delicadeza del coral Ich ruf su dir, Herr Jesu Crist programado, por ejemplo, brinda un estado de ánimo adecuado para recibir la grandiosidad y brillantez del Preludio y Fuga, verdadero castillo sonoro donde el virtuosismo aparece como una herramienta al servicio de la música tanto en los dos teclados superiores cuanto en el aporte de la pedalera.

Tambien se conoció las tres obras que en toda su produción Mozart dedica al rey de los instrumentos. Son páginas de su última etapa de compositor, maduras, sentidas, delicadas. Por momentos dramáticamente grandes, en otros pasajes de enorme exquisitez y en otros contrastando una sonoridad luminosa con las lugubres tonalidades menores.

Escuchar a Mario Videla despierta no pocas reflexiones. Por caso, los distintos tempi empleados, los bellos rubati, las registraciones deliberadamente estudiadas, sobre todo en partituras que seguramente tienen pocas indicaciones en ese sentido. Se hace evidente que cada acorde, cada nota, tiene su propio sentido. El maestro busca y encuentra el 'color' preciso y su personal visión, al menos para quien estas lineas escribe, interpreta fielmente el rumbo buscado por el autor. Si hablo de la dinámica, debo tener en cuenta el análisis previo que se debe haber hecho en lo relativo a las voces que deben ser destacadas para obtener una claridad polifónica, incluso alargando la duración de alguna nota o acorde en particular con lo que se obtiene la magnificencia buscada. Que es un recurso retórico, sin duda y esta bien que asi sea porque entonces aparece prístina la 'humanidad' de la obra. El maestro Videla sabe que la música para órgano carece del concepto relativo al absoluto. Tal vez allí esta el secreto de su jerarquía interpretativa, en la cual Bach es Bach y Mozart es Mozart. Creo que pensando en esta ultima aseveración, todo está dicho.

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