No puedo entender porqué tanto interés en lo que pasó en los Encuentros de Pamplona si las cosas fueron como fueron porque no tuve el dinero adecuado para invitar a otros músicos más interesantes y significativos.
Los músicos se aferran a sus instrumentos, aunque los peligros acechen.No paran, aunque las fieras les rodeen, no dejan de tocar, aunque el cielo se les venga encima.Ellos pretenden, como Anfión, domar las fieras y los elementos.
Stravinski creía en la encarnación del diablo, en el infierno (en el sentido literal y dantesco), en el purgatorio y en el paraíso;se persignaba incesantemente y santiguaba a los que le rodeaban.
No vivo ni en el pasado ni en el futuro: estoy en el presente.No sé lo que me deparará el mañana;solo puedo saber lo que es cierto para mí hoy: a eso me comprometo.
Desde hace meses se vienen difundiendo páginas enteras en los periódicos y revistas especializadas que evocan la obra de Piazzolla.Las emisoras de radio y televisión emiten programas especiales con sus grabaciones originales y Boosey & Hawkes, su editorial, ha preparado nuevas ediciones de sus obras orquestales.
Muchos ignoran que no hay necesidad de hacerse las fotos con el móvil.Basta con cruzar la cebra y buscarse después online, en el sitio web que reproduce las tomas de la cámara permanente colocada en un poste de luz por causa del coronavirus.
Tras la suspensión de Música y arte, Correspondencias sonoras abrió una nueva etapa que si bien carece de un proyecto que vertebre de forma unitaria la programación musical anual del centro, cierto es que ha ofrecido una mayor pluralidad de criterios artísticos.
“¡Entra!Y que mi vino te de conforto”.Es ésta una frase que asocio irremediablemente a la soprano británica Heather Harper.La conocí, como a su entonces marido Eduardo Benarroch, en otoño de 2003 y disfruté de su amistad y hospitalidad durante años;
Esas cosas suceden porque no asistimos al bello espectáculo de una sociedad donde los méritos profesionales sean el valor primero para acceder a la realización de una obra, o simplemente obtener un empleo.
El Quibú, antes de 1959, cuando Cuba era un país capitalista y a nadie le preocupaba el socialismo, era un río cristalino, de lo contrario la historia de la arquitectura en Cuba hubiera sido distinta;