Barrie Kosky explicó que una de las características que más le impresiona en 'Boris Godunov' es la soledad de personajes encerrados en sus propias maquinaciones, que raramente interactúan para aprender algo el uno del otro y así evolucionar existencialmente.
Gloger acertó en trasladar la acción de la opereta de Kálmán a un yate de súper-ricos.El Titanic se hundió en 1914, y la opereta se estrenó un año después en una Viena que también enfilaba hacia el naufragio de la Primera Guerra Mundial.
El Cuarteto de Mahler salió antológico, no sólo por la superlativa técnica de ejecución sino por su desvergonzada asertividad romántica.Gracias a ello, el Cuarteto de Brahms dio la impresión de ser algo así como un primo carnal del de Mahler y ambos compositores parecieron tomarse de la mano: Brahms en su asertiva firmeza del romanticismo como un refugio al cual Mahler parece querer aferrarse desesperadamente
El público recibió la obra de Shchedrin sólo de manera cortés;Abduraimov tan sólo cosechó un poco más de aplausos;y al final hubo algún grito de “bravo!” pero no un tumulto del respetable (quien sí respetó el silencio de un minuto de reloj que Gergiev impuso al acabar la “Patética”).
Kopatchinskaja es una violinista con una técnica fuera de serie, con buen gusto para tocar lo que sea desde el barroco a lo que se escribió anteayer, y sobre todo con una personalidad que ejerce un magnetismo irresistible para quien la escucha.
¡Por fin!El pasado 23 de agosto Kirill Petrenko tomó posesión del puesto de 'Chefdirigent' de la Filarmónica de Berlín, tras un largo período de interinidad desde que Simon Rattle anunció su marcha.Tal vez por ese motivo, en comparación con el verano pasado, esta noche le vi mucho más desenvuelto, comunicándose con su orquesta con un mayor grado de complicidad, y sobre todo disfrutando a mares de lo que estaba haciendo.
La 'Segunda Sinfonía' de Schumann tiene más enjundia de lo que parece, sobre todo por su maravilloso 'Adagio'.Lástima que Hrůša no profundizase lo suficiente en él y no le pusiera algo más de refinamiento a su lirismo.
La versión que dieron Helmchen y Nelsons del concierto mozartiano fue de perfección absoluta.Con la orquesta convenientemente reducida, bastó la introducción del Allegro para darse cuenta de que aquello iba a ser algo grande: ágil, claro, a tiempo justo y con un fraseo refinado, haciendo cantar con igual delicadeza a la cuerda y a la madera en empaste camerístico.
Nelsons es un director que no puede evitar cierta -o mucha- somatización de lo que interpreta, y en esta ocasión tuve la impresión de que, en lugar de la espiritualidad bruckneriana, el maestro letón se convirtió en un Amfortas a quien la idea del perdón final le hacía olvidar cualquier sufrimiento.
Chailly no enfatiza el psicodrama que Alma Mahler se ocupó de propagar.Todo lo contrario, si alguien hubiera escuchado esta obra hoy por primera vez en las manos del maestro milanés habría salido con la impresión de que se trata de una sinfonía extraña, pero no una sesión de diván a calzón mental quitado.