Lepore trabaja con contrastes.Verbigracia, el relato sobre los padres fundadores no solo está acompañado por las historias de sus esclavos, sino también por las ideas y los destinos de sus esposas y hermanas;
Mary L.Trump certifica que su tío es un mentiroso patológico y un racista, al tiempo que critica el hecho de que muchos medios de comunicación estadounidenses han tratado a su tío con demasiada consideración sin calificar, durante mucho tiempo y a calzón quitado, las mentiras como lo que son, mentiras, y de racistas, como lo son, sus declaraciones.
Im Wahn.Die amerikanische Katastrophe es un compendio de los desastres y crisis agudas que están ocurriendo en la administración de un presidente, bajo el cual los Estados Unidos han cambiado radicalmente, convirtiéndose en un creciente peligro para el mundo occidental.
Un Trump en un segundo mandato estaría completamente desinhibido y haría cosas que no se atreve a hacer ahora aunque le gustaría hacerlas.Uno solo puede esperar que las instituciones estadounidenses funcionen.
¿Qué puede ver en Trump un trabajador que acaba de perder su empleo en la fábrica?Trump vive en Manthattan como un multimillonario, aunque su situación económica y financiera real sea una incógnita ocultada celosamente.
Biden es un pragmático, pero ante todo es un anti-Trump que procura tirar al tarro de la basura de la historia los desastres de la era de su predecesor y revertir sus desarrollos tanto como sea posible.
El frente está demasiado endurecido, la brecha entre las políticas de identidad de los dos campos es demasiado profunda.Los adversarios se han convertido no solo en enemigos, sino en extraños.
Nunca ha existido algo así como el fin de las ideologías;la ideología de la falta de ideología es una ideología particularmente inteligente, y "Estados Unidos en sí era una ideología", señala Lütjen.Nadie como Trump ha querido hacer tan inequívoca e ineludiblemente grande esa ideología que es Estados Unidos.
El asalto al Capitolio de los Estados Unidos, con un saldo de cuatro muertos, es apenas una muestra del grave enfrentamiento que libran desde hace varias décadas dos grandes campos en la sociedad de ese país: uno el de los conservadores y fundamentalmente religiosos (sobre todo cristianos y judíos);
Donald Trump ha atravesado ya una peligrosa línea roja, cuestionando el sistema democrático de los Estados Unidos e incitando indirectamente a la insurrección a sus seguidores.El ataque al Capitolio y la perturbación de la ceremonia de confirmación del triunfo de Joe Biden en las elecciones presidenciales del pasado 3 de noviembre, parece el comienzo del fin de la hasta ahora Guerra Fría Civil en ese país.
No debemos subestimar los poderes de autocuración de una sociedad democrática.La democracia estadounidense surgió fortalecida de la guerra civil del siglo XIX y de alguna manera se ha renovado.Lo mismo se aplica a la Gran Depresión de la década de 1930 que en Estados Unidos condujo a la reestructuración de la democracia por parte del estado de bienestar bajo el signo del New Deal, mientras que en Alemania llevó a la destrucción de la democracia y al establecimiento de la dictadura nacionalsocialista
A Trump hay que clasificarlo entre los narcisistas maliciosos o malignos.Uno de sus síntomas es ese encanto manipulador que muestra.En términos del comportamiento observable hasta ahora, es un psicópata masivo o un narcisista maligno, porque prescinde de toda norma social e incita al odio.
La cuestión cómo afrontar el problema de los grupos subversivos, extremistas, conspiranoicos, QAnon, racistas, antisemitas, xenófobos, extremistas de derecha y nazis.Ignorarlos no sería lo adecuado.Pero sí establecer funciones de válvulas de seguridad tal como solía aplicarse tradicionalmente en celebraciones motivadas por la religión o en los carnavales.
La fuerza de la democracia sigue residiendo en su capacidad para resolver los problemas de manera que se vuelvan manejables.Esto también significa que la democracia también debería ser capaz de diseccionar su propia muerte para que pueda ser retrasada poco a poco.
Un fracaso de Biden también es posible, los historiadores no podemos hacer predicciones sobre lo que ocurrirá en el futuro y es una cuestión abierta todavía sobre lo que hará y lo que le pasará a Trump.
De la grandeza a la ridiculez, a menudo no hay más que un pequeño paso, decía Napoleón Bonaparte.Si hay una prueba viviente de este dicho, ese es el golfista Trump.
Las personas que han formado una iglesia suelen estar más que dispuestas a aceptar cualquier remodelación de su mensaje de salvación, por burda que sea, siempre que mantenga viva su esperanza.Entonces, ¿qué será ahora de los trumpistas?
Las guirnaldas son intercambiables, pero la esencia de la marca permanece, Tenemos que hablar del lado oscuro del siglo estadounidense.Sobre el hecho de que innumerables personas perdieron la vida, que las sociedades quedaron traumatizadas y que los estados se arruinaron porque Estados Unidos quiso imponer su pretensión de orden en el mundo.
No fueron solo milicias de extrema derecha, sino ciudadanos de a pie los que se movilizaron instigados por Trump.La última vez que ocurrió algo así fue en la década de 1920, cuando el Ku Klux Klan marchó sobre Washington.
Los países europeos tienen una responsabilidad especial: al fin y al cabo, lo que está en juego es su propia defensa, y ésta no puede seguir dependiendo de los Estados Unidos, tres cuartos de siglo después de la Segunda Guerra Mundial.