Los hermanos Kanneh-Mason diseñaron un programa en tres partes al estilo de hace cien años: una obra convencional de gran envergadura, una parte intermedia con un surtido de miniaturas bombones, y una tercera parte con una obra maestra -mejor si es una sonata-.
Joaquín Achúcarro: "Sé que tendré que parar en algún momento, pero mientras yo seguiré estudiando, y seguiré intentando progresar, y seguiré preguntándole cosas al piano"
Al igual que Yuja Wang, Flores posee una poderosa y original inteligencia musical que desborda el escenario, convierte en protagonistas a sus acompañantes y transforma la experiencia del concierto para su público.
Uchida destacó por el aspecto casi ritual de su forma de ofrecer y entender la música en general y la de Schubert en particular, ya que sus obras protagonizaban en exclusiva el programa.A este clima contemplativo, a caballo entre el ensimismamiento y cierto misticismo, contribuyeron las características intrínsecas de la propia obra de Schubert
El público aplaudía y braveaba, y Sokolov tampoco tenía ganas de alejarse del piano, así que continuó con seis propinas, algunas poco más que esbozadas, como si sólo nos quisiera mostrar la belleza de una melodía, el encanto de un recurso armónico, cosas pequeñas pero maravillosas, como un niño que enseña sus tesoros.
La noche despegó cualitativamente con el ataque del tema inicial de la 'Sonata en La Mayor' de Cesar Franck con el sonido susurrante que Mutter imprimió a su violín, generando un clima de gran sensualidad y delimitando decisivamente el cambio tímbrico con respecto al universo beethoveniano previo
Kavakos supo comunicar desde la exaltación más fogosa hasta el pathos netamente chaicovsquiano pasando por un inspirado lirismo, con una técnica impoluta al servicio de una innegable musicalidad.La cadencia fue de un impacto brutal, personalísima