Dudamel se mostró más ruidoso que cuidadoso.Su versión en los pasajes delicados no aporta nada nuevo, mostrándose como un simple intérprete-artesano, y en los pasajes concertantes en forte, aquello suena muy fuerte pero no se entiende nada.
La puesta en escena de Gallienne oscila entre el respeto al libreto y a las situaciones, con buena dirección de actores, y alguna que otra idea peregrina de las que parecen "necesarias" para que pueda decirse que el director de escena no ha hecho un trabajo banal.
Bellini, quizás más que ningún otro compositor, tiene sus ortodoxias.Cuando de Bellini y de sus famosas melodías se trata, los criterios se vuelven particularmente drásticos.Y hasta contradictorios.
El público asistente al estreno le dedicó a Pelly y al equipo escénico una ovación casi tan grande como la que recibió Sabine Devieilhe.Pero es que también esta 'Lakmé', alibababesco de melodías bonitas, templo de ternura y de emoción, que nunca ha dejado de estar en el corazoncito de los melómanos de todo el mundo, a pesar de haber sido tanto tiempo ninguneada por los intelectuales boulezianos y demás.