Gran Teatre del Liceu.Aida (estreno, El Cairo, 24.12.1871), ópera en cuatro actos.Libreto de Antonio Ghislanzoni y música de Giuseppe Verdi.Coproducción del Gran Teatre del Liceu & Festival Internacional de Música de Santander.
Guth trata de quitarle a la historia de la ópera toda referencia religiosa, vincula la acción a la historia del título, dispone de un único escenario simbólico y rotatorio que aporta unidad y al mismo tiempo dinamismo a la acción.
Don Pasquale No se contará nunca entre los aciertos del polémico director de escena italiano.Se observan más sus tics que sus buenos momentos.A Michieletto hombre de teatro lo exasperan los solos, como a muchos otros de sus colegas, y entonces tiene que poner a alguien o algunos que no se quedan quietos ni un minuto mientras el solista de turno se desgañita.
Como instalación es buena, como una creación sobre el Macbeth de Verdi-Shakespeare no.Y recordando que se trata de una ópera, un espacio vacío y tan abierto hace sufrir a cualquier voz.Sin embargo se habla del Macbeth de Plensa.
He encontrado más problemas tanto en la dirección de orquesta como en la de escena.En esta última un abrir y cerrar el telón al principio para hacernos ver el ‘sleep no more’ es un disparate teatral.
La deslumbrante interpretación de Vanessa Goikoetxea de "Callas interpretando a Floria Tosca" fue el momento de mayor intensidad dramática de la representación liceística.Sin alcanzar el nivel de excelencia de Goikoetxea, Antonia Ahyoung Kim también acertó plenamente en su creación de "Callas interpretando a Cio-Cio-San"
Kozená tiene su repertorio de elección en esto y su protagonista fue magnífica en todos los aspectos.Rattle se ratificó en su grandeza de director incluso en un repertorio que en principio podría parecer alejado de sus intereses principales.
Tuvimos un vestuario suntuoso, unos decorados fastuosos, luces magníficas y una coreografía convencional pero elegante y nada molesta.Los intérpretes actuaron bien o bastante bien y sobre todo pudieron cantar en paz.
Al igual que sus más ilustres predecesores, Haendel y Barber, el centro de atención dramática de Adams es la pasión amorosa y erótica de Marco Antonio y Cleopatra, enmarcada en un complejo conflicto político que los protagonistas parecen obstinarse en ignorar.
Nueva por el aspecto musical, vieja por el escénico: pero como aquí todo es ‘mítico’ y ‘legendario’, parece que ahora hay que alabar la producción de Bieito mucho más que en el momento de su estreno o primera reposición.