Con la Orquesta Ciudad de Granada dirigida por Jonathan Pasternack abordan el 'Concierto para violín' de Richard Strauss y la 'Sinfonía española' de Édouard Lalo.
Lo que comienza como un fantástico cuento de hadas y una historia de aventuras se convierte en un juego psicológico entre gato y ratón.Lo que está sobre el tapete es real: celos, confusión emocional, miedos, ansiedades, dudas y muchas amargas acciones.
Pelléas et Mélisande se convirtió en un éxito teatral europeo de principios de siglo porque, por un lado, el público era capaz de reconocerse en los protagonistas y, por otro, se veía arrastrado a un fascinante mundo de ensueño, donde los personajes se mueven como siluetas sombrías, donde las palabras y las acciones tienen siempre un doble sentido y los lugares se convierten en metáforas.
Falstaff es una pieza de elenco y le permite a la venerable Ópera Estatal de Viena mostrar lo bien que funciona éste internamente.La felicidad de los solistas durante la actuación se reflejaba de forma permanente en sus rostros.
La narración del Allegro assai es prestissimo, tempestuosa, inatacable como un tornado, un estilo que comparte Buniatishvili con otros intérpretes de su generación.
Vox Luminis ejecuta espléndidamente el Stabat Mater, preservando con mucho cuidado la intimidad del estilo antiguo y el refinamiento contrapuntístico que exige la encantadora música de Steffani.
En "In the Middle, Somewhat Elevated" asistimos a una ampliación y aceleración de las figuras tradicionales del ballet.Al cambiar la alineación de las posiciones y el énfasis de las transiciones, los encadenamientos empiezan a inclinarse oblicuamente y reciben un impulso inesperado que los hace parecer en desacuerdo con sus orígenes
La lucha interior consigo mismo sigue siendo, naturalmente, un asunto más bien íntimo, aunque la gran cuestión sea quién es realmente ese "yo".El compositor se las arregla con un conjunto de cámara de 15 músicos en el foso de la orquesta.
Con su visión rica en fuentes de las prácticas museísticas, expositivas y editoriales entre 1933 y 1945, Isgard Kracht expone mecanismos y mitos de la política artística nazi y vuelve a contar la historia de la veneración y el ostracismo del expresionismo en el "Tercer Reich".