La excusa del viaje realizado por Ravel a EEUU en 1928 -en el trasatlántico Paris- y otros viajes de compositores e intérpretes de los años 1920, le permite plantear a Anne-Sophie Bertrand un repertorio de una de sus épocas favoritas, los años de entreguerras (1918-39).
Josep Pons y Patricia Petibon han colaborado estrechamente en ocasiones anteriores, y solo así se entiende la presencia en el escenario de la sala sinfónica de la soprano francesa, dado su calamitoso estado vocal.
Geniushene consigue siempre interioridad, aún en las piezas en que pareciera algo inalcanzable.La pianista resuelve siempre los escollos con asombrosa naturalidad.Éstos se esfuman como por arte de magia cuando ella los aborda decididamente.
Anne Queffélec, para quien la música dice más sobre la existencia humana que cualquier palabra, tiene una forma de hacer música muy íntima y profunda cerró su recital con el Minueto en sol menor de Händel interpretado de manera tan delicada, tan amorosa y sensual que era ella misma vertiéndose hondamente en su interior de forma meditativa y reflexiva para expresarnos sus sentimientos más allá de lo inefable.
“Yo seguiría toda la noche, pero es que son las 10 menos cuarto”, dijo Achúcarro al retirarse.Y es que cuando el magisterio y la profunda generosidad de un artista se entrelazan mutuamente, la experiencia artística es imborrable.
Este año se conmemora el 75 aniversario de la fundación de la Orquesta Philharmonia de Londres, y Warner Classics ha desempolvado de los archivos de EMI una serie de grabaciones bien escogidas de la Philharmonia en una caja de 24 discos compactos, bajo el título «Philarmonia Orchestra, Birth of a Legend».
Estamos ante unas lecturas caracterizadas por la férrea disciplina y empuje que impone Gielen en este recorrido por los panoramas estéticos de la Belle Époque en el cual no escatima la atención a las muy particulares idiosincrasias de cada compositor.
De hecho, las tres magníficas escenas de García Abril, que se encontraba en la sala, fueron quizá el momento cumbre: se vio al director realmente entusiasmado, y la stravinskiana rítmica funcionó como una maquinaria bien calibrada, además sin perder un ápice de ese sonido tan directamente relacionado con el carácter del repertorio que se abordó, lo que supone una opción estilística que da unidad y sentido
¿Que hace todo buen director con una buena orquesta alemana?Maravillas.¿Que hace una buena orquesta con un director que destila amor por la música y detallismo en la interpretación?Da lo mejor de sí para consagrarse íntegramente y con pasión a emocionar hasta las lágrimas al público.