Fiato de quitar el hipo, dulzura de la de verdad, expresividad, sorprendente soltura en las ornamentaciones...El clarinete de Ottensamer cantaba, y uno tenía la sensación de estar escuchando a Souzay o a Fischer-Dieskau...
Las canciones de Holmès / Rodríguez se escuchan con agrado, la orquestación sonaba resultona, y la soprano Natalia Labourdette volvió a regalar su precioso instrumento a un público que se dio perfecta cuenta de que no estaba ante una cantante cualquiera, y lo demostró con aplausos largos y ruidosos.
Jonathan Fournel es un joven poeta soberano del piano y formidable técnico del teclado, con una reserva de potencia que puede rozar la ferocidad en los fortissimos, sumada a un generoso uso del pedal, al arte de dosificar ritmos y colores, así como al dominio del rubato, y a la preocupación por la claridad de las líneas, incluso en los pasajes más bulliciosos.
El Rastrelli Quartett opta por un virtuosismo (sobreentendido) de gran sensibilidad y sin ostentaciones (no las necesita en absoluto), ajeno a esa ágil fluidez exhibicionista que se encuentra en los artistas contemporáneos.
Los músicos búlgaros, muy vinculados artísticamente con España, incluyen en su nuevo disco obras de Glinka, Prokófiev, Glazunov, Balakirev, Tchaikovsky, Mussorgsky y Rimsky-Korsakov.
“El nuevo festival de piano de Lucerna” Así definen sus organizadores este acontecimiento invernal que en una semana de febrero reunió a distinguidos pianistas y dos grandes orquestas suizas, la sinfónica de Lucerna y la Suisse Romande, para un abultado programa de conciertos.
La gestualidad que Stutzmann despliega en el podio es de una riqueza excepcional.El movimiento de brazos, vaporoso y ondulado, podría hacer pensar en un contexto de amplia libertad para la orquesta;sin embargo, se trata de una directora que “ata en corto” a los músicos y marca con profusión de gestos todos los detalles y matices de la partitura