No sabía en qué estado estaría la que ha sido una de las grandes especialistas de la pirotecnia vocal, pero me daba igual, lo importante era poder escucharla en directo.
No le bastó a Verdi (y otros) con sufrir en vida censura en sus libretos y tener que tragar.Después tuvimos la plaga de los directores de escena que modifican las palabras para que sus originalidades no resulten tan burdas.
Penella compuso un admirable tratamiento prosódico del texto en las partes más recitadas, por lo que toda la obra de principio a fin es musicalmente cantabile, de canto muy natural.Nada que ver con las experimentaciones harto indigestas y metidas con calzador de don Tomás Bretón décadas atrás.
La vieja guardia, educada sobre todo en el ideal clásico de equilibrio y elegancia, ha cedido el testigo a una generación más joven que se preocupa por las cuestiones de la práctica interpretativa histórica, compara las ediciones musicales y estudia las fuentes, y también se atreve con los límites de la expresión.
El empeño del señor Andrews es sugerente y atrevido.No interfiere con la partitura, actualiza sin dejar de profundizar, aguanta el paso del tiempo y azuza el gusanillo que se alimenta del lamento del cerebro en conserva, lo que resulta bastante divertido de momento, aunque supongo que no a la larga.
En «One and Others» Volpi crea un mundo misterioso, protegido apenas por un fino telón de malla transparente, en el que cinco parejas de bailarinas y bailarines se buscan y se encuentran, en el que existen como colectivo, y en el que al mismo tiempo trabajan para ser algo singular.
Pocas veces se ha escuchado esta partitura sonar con tanta entrega, tan naturalmente verdiana, con su gama de matices inauditos, desde el fortissimo martillado hasta los efectos acariciados.Bajo la dirección de Andrea Sanguineti la Essener Philharmoniker ofrece interpretaciones alternadamente ardientes y brillantes.
Hernández Silva sabe mantener un tiempo sin caer en la tentación de pisar el acelerador, gracias a su determinación y a un pulso incansable.Como incansable es su cuidado de las texturas sonoras, la atención por el detalle y la obsesión por el sonido bien empastado.
Trouble in Tahiti es una perla.Una obra corta, pero no menor.Huffman consigue dotar de mucho dinamismo a la acción sin que en ningún momento el movimiento resulte atropellado.