La 'parte del león' de «Die ersten menschen» recae sobre Eva y fue un acierto indiscutible contratar a Annette Dasch, una espléndida actriz y cantante que domina técnicamente el rol y lo disfruta en manifiesta complicidad con la régie de Bieito, lo que le permite desarrollar una interpretación modélica.
Ekaterina Semenchuk fue una enorme actriz, una actriz consumada, pero fue sobre todo una cantante con unos graves de una profundidad bellísima, portadores de una personalidad aterradora y conmovedora, de los que partía sin dificultad al encuentro de un registro agudo homogéneo, bello y de gran amplitud y facilidad.
Un concierto como este no sería el mismo desde la comodidad: en cierto modo la gélida catedral, la escasa iluminación, la dureza de los bancos, la poca visibilidad de los intérpretes, la falta de traducción que hace que se capten parte de las palabras pero no los textos enteros, etc.
Netrebko deslumbró en todo momento como Floria Tosca y el público deliró tanto al final de su aria como al terminar la ópera.Baste como ejemplo de la efusión del público el aplauso espontáneo cuando entró en el escenario, del que solo hay referencias en los últimos 50 años del propinado a Renato Bruson ('Belisario' de Donizetti, 1981) y a Mirella Freni en ('Fedora', 1998)
En la tercera jornada del congreso dedicado a Sebastián de Vivanco las sesiones matinales se centraron en los compositores contemporáneos de Vivanco, presentándose algunos proyectos colectivos de gran interés.
Si Oren trabajó bien con la orquesta, qué decir de su trabajo hacia el escenario: es un concertador magnífico, de talento y oficio.También supo leer la partitura, mostrando una Alzira fuera del alcance de no pocos maestros.
Astor Piazzolla me enseñó que cada compositor es un mundo en sí, que hay que descubrir eso en uno mismo, y esto lleva tiempo de estudio, de buen estudio y mucha experiencia.Después puede gustar lo que uno hace o no, pero es siempre uno.
Dalla Benetta compuso una Semiramide irreprochable: voz bella y potente, extensa y dúctil, ágil y expresiva, capaz de plasmar plenamente sobre el escenario un personaje complejísimo que se debate entre la traición, la redención, la crueldad y la necesidad de saberse redimida.
El Périgord Vert, un lugar de la Dordogne a salvo del turismo masivo, estaba encandilado con sus campos de girasoles durante mi visita a fines de julio.Su otra gran atracción son pequeñas iglesias románicas y góticas, algunas en el camino de Santiago, que se hallaban en estado de abandono cuando Ton Koopman (1944) eligió un solar también ruinoso como su segunda casa.
Los amores prohibidos e imposibles entre una sacerdotisa gala y un procónsul romano resultan casi prototípicos de esa dramaturgia romántica que inevitablemente concluye con la muerte de los protagonistas, sacrificando verosimilitud por emoción a raudales, emoción que se hace línea de canto y que consigue que se nos erice la piel y que nos creamos lo increíble.