Esta puesta en escena la acción se ubica a mediados del siglo pasado en un hotel de Nápoles.No hay atuendos claramente turcos y no se ve el mar, pero es sin dudas Nápoles.Hay guiños al cine en la obertura, con títulos al modo de una comedia italiana de alrededor de 1950, proyección que luego muta en la visión de postales de Nápoles de la misma época.
Considerando las tendencias actuales de presentar las óperas en la luna, en una modernidad vaga, o plagadas de nazis, prostitutas, bajos fondos o militares corruptos sin ninguna causa que lo justifique, esta versión visual permitió la adecuada concentración en la música y el canto pero sin la fatiga que podría suceder en una versión de concierto de una obra de por sí extensa.
Pelly revalidó ser sinónimo de elegancia, novedad sin desatinos, e ironía fina que no desdeña algún trazo grueso.Creo que la producción puede tener largo recorrido y se lo merecería.Aquí estamos en el mundo de la fotonovela italiana de los años setenta del pasado siglo, con la que se evade Fiorilla del ‘aburrimiento’ sobre el que versa su aria de salida.
El motivo del sonambulismo tiene un poder utópico aquí, entre las más bellas coloraturas y melodías cadenciosas.El foco no está en lo resbaladizo de una sociedad que eleva su moral sexual, sino en un escapismo que deja dolorosamente claro el anhelo de libertad y partida.
Amina, en vestido blanco distintivo de su pureza de novia, es asediada desde el comienzo de la representación por una legión de jóvenes bailarines con vestiduras oscuras que giran alrededor de ella, acosándola y dirigiendo sus movimientos por el escenario, cual alma exangüe.
No me sentí ante un escenario, sino ante un escaparate.La "Anna Bolena" de Stefano Mazzonis di Pralafera pertenece a una visión del teatro obsoleta y carente de audacia
El arte ha de conservar un mínimo componente de elaboración plástica, que implique una destreza y que redunde en una emoción con un objetivo estético, aunque ya no se busque la belleza, si no la fealdad o la conmoción, aunque esta sea vana y momentánea.
Se trata de un doble álbum con una versión con orquestación reducida de la Sinfonía núm.2 del austriaco y un triple CD con la ópera Elena e Malvina del catalán.
Versión suficiente como para mantener el interés, disfrutar mucho en algunos momentos y reconocer el trabajo, pero falta de ardor, arrobamiento, rapto o como quiera decirse
La escenografía ofrecía unas efectivas proyecciones videográficas que hubieran sido suficientes para ambientar la acción de la ópera y dejar libre el modesto escenario del Teatro Colón.Pero Emilio López optó por invadir el escenario con unas ridículas mini-pirámides mayas, y unas horrendas y descomunales calaveras con lucecitas parpadeantes en las órbitas.