With Dinis Sousa conducting and all hints of contentious backstage drama far in the rear-view mirror the audience at Berlin’s Musikfest were able to devote their full attention to a majestic performance of a work that still enjoys nowhere near the stature it deserves
Asistimos a la caída de Troya, a los amores sublimes de Dido y Eneas, a la muerte trágica de aquella y al odio implacable de Cartago contra Roma.Asistimos a la gran ceremonia mística y grandiosa que es 'Les troyens' cuando está bien hecha.
El destrozo es de tal magnitud que, pese a ser Così fan tutte una de mis óperas preferidas, hubiera preferido no ver ni escuchar lo que vi y escuché en el Théâtre de l'Archevêché.
El 'Concierto nº 2' de Brahms ofrece a Stephen Hough mucho en lo que lucirse, numerosos retos interpretativos, musicales, pianísticos, técnicos, físicos y hasta, si se quiere, psicológicos.Los dos primeros movimientos (Allegro non troppo y Allegro appassionato) son sinfónicos y los demás (Andante y Allegretto grazioso) música de cámara.
Minkowski, que se ha puesto al frente de la Filarmónica de Berlín y de la de Viena, deja caer que no ha tenido ocasión de dirigir la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam, y que, habiendo aprendido el arte de declamar con "El Niño y los Sortilegios", se muere de ganas por poner en tablas "Diálogos de carmelitas".
El aspecto musical compensaba, empezando por la formidable dirección de François Xavier Roth, quien con una formación muy empeñada y empeñosa (la Gürzenich Orchestra de Colonia) daba una lección sencillamente magistral de cómo tiene que sonar esta maravillosa pero compleja partitura.
Donde Gardiner se lució de verdad fue en esa 'España' de Chabrier, verdadero monumento a la jota.A la Filarmónica de Radio Francia poco hay que explicarle sobre música francesa.Gardiner supo llevarla también hacia el ritmo implacable y un punto bestia de la música popular española
La afinación, empaste y precisión del Monteverdi Choir y la calidad de los English Baroque Soloists alcanzaron cotas sublimes.Como memorable la dirección de Sir John Eliot Gardiner al frente de los mismos, volviendo a demostrar que el rigor histórico de las formas y la emoción del contenido pueden (¡y deben!) integrarse.