Radvanovsky, cuyas poses en el escenario demuestran auténtico orgullo y dignidad regias, suscribe que a día de hoy es la reina indiscutible de “trilogía Tudor” de Donizetti.
Hay un propósito, inteligente, de hacer de la necesidad virtud y utilizar sonidos que no son perfectos con un fin dramático.En este sentido, Damrau, que es una intérprete comprometida siempre, cuida como es habitual en ella la manera de decir el texto y la intención que pone en el fraseo.
María José Siri tiene una bella voz, de lírica plena, con ribetes de spinto, mórbida, con cuerpo que la soprano maneja con habilidad y técnica.Empezó sonando un tanto ligera y se espesó a medida que se desarrollaba la representación, sobre todo en los dúos en los que mostró gran dramatismo en su declamato cantato.
Como en tantos otros títulos, estas reposiciones solo se justifican por la posibilidad de contar con intérpretes capaz de hacer justicia a los protagonistas.Y Davinia Rodríguez lo hace de un modo sobresaliente.
Giuseppe Verdi: Il trovatore, ópera en cuatro actos (1836), con libreto de Salvatore Cammarano.Gregory Kunde (Manrico), Lianna Haratounian (Leonora), Vitaly Bilyy (Conde de Luna), Anita Rachvelishvili (Azucena), Alexander Tsymbalyuk (Ferrando), Francesca Chiejina (Inès), Samuel Sakker (Ruiz).
Teatro Regio di Parma.Roberto Devereux (Estreno mundial: Teatro San Carlo de Nápoles, 1837).Música de Gaetano Donizetti y libreto de Salvatore Cammarano.Director de escena, Alfonso Antoniozzi.Escenografía, Monica Manganelli.
El siglo XIX constituyó, sin lugar a dudas, el momento de mayor esplendor de la ópera, erigida en el principal espectáculo de masas.Tomando una cronología que no se guíe estrictamente por las fechas, sino por ciclos sociales y políticos, podríamos asumir su papel protagónico fácilmente entre 1789 y 1918, como han hecho tantos historiadores, para hablar de su cénit.
La edición retoma la música original de Cherubini, pero no los diálogos hablados.Sin recurrir a los recitativos orquestados por Franz Lachner, tampoco sigue los versos alejandrinos originales, más difíciles de interpretar y para conectar con el público actual.
El director de orquesta italiano Edoardo Muller (o Müller) falleció el pasado 24 de junio en Milán, donde estaba retirado.Nacido en Trieste en 1938, Muller se formó como pianista y director y fue asistente de directores tan importantes -y tan creadores de tradición- como Serafin, Gui, Votto, Böhm, Molinari-Pradelli, Abbado, Kleiber o Muti.