Segundo de los muy interesantes conciertos que la Maison de la Radio en colaboración con el Palazzetto Bru-Zane dedica a la compositora y eminente pedagoga Nadia Boulanger, excusa para descubrir o redescubrir obras suyas, de sus amigos y de sus alumnos.
Da la impresión de que en este ciclo alrededor de Nadia Boulanger, Fauré ha servido de comodín para dar ligereza y gancho.Pero entiendo que todo vale para atraer a un público reacio a escuchar lo que no conoce ...
Consta de 30 conciertos que darán comienzo todos a las 19.30 horas, 16 de ellos en la sala Auditori de Les Arts y 14 en el Teatro Principal de València.
Levit siente el swing y lo acompaña tímidamente con su torso ante el teclado, pero no se atreve a lanzarse como lo hace un aguerrido pianista de jazz.Pierde la oportunidad y esto es tanto más lamentable cuanto que la Orchestre de Paris demuestra competentemente cómo hacerlo.
Hélène Grimaud supera los precipicios con un virtuosismo casi incidental.La elegante dama francesa se apoya en una sobriedad bien calculada;da la parte solista casi con reserva y, sin embargo, es el motor de la acción en cada nota.
El programa, armado como un homenaje por el centenario del nacimiento de Astor Piazzolla, el renovador del tango, y por el bicentenario de Heinrich Band, el inventor del bandoneón, recorrió una muy amplia gama de la música del mundo de habla hispana, hasta llegar al caliente ritmo del Caribe.
El público quedó encantado con este concierto, tanto o más que con otros del ciclo, en buena medida porque Pérez Floristán ha iniciado hace ya unos años -y con la pandemia este proceso se ha acelerado- un camino personal como artista, que incluye una mayor atención a la parte teatral y de comunicación con el público
Ligorio plantea su recital como un viaje en el tiempo para mostrarnos la infancia y adolescencia de Piazzolla en Nueva York, ciudad a la que su familia se trasladó cuando él tenía tres años y donde vivió hasta los diecinueve
El chasco del libro consiste en que nos quedamos sin saber cuáles son esas “nuevas aventuras”, tras afirmar aquello del equilibrio entre el individuo y la sociedad, Kenyon no presenta ninguna propuesta sobre quién y cómo ha de producir música, ni dónde ni –sobre todo- ante quién se va a interpretar.
Stravinski creía en la encarnación del diablo, en el infierno (en el sentido literal y dantesco), en el purgatorio y en el paraíso;se persignaba incesantemente y santiguaba a los que le rodeaban.