Al contrario de lo que ocurre con los buenos vinos, esta puesta en escena no mejora con el paso del tiempo, sino que se percibe cada vez más fastidiosa
'Persiguiendo un sueño' es el concepto que vertebra la programación artística de la temporada 24/25, un viaje para soñar a partir del conocimiento, el arte y la ópera.
Asmik Grigorian es una artista capaz de transformar cualquier rol con talentosa originalidad y percepción psicológica.Muchos críticos insistieron en que la suya fue la mejor Butterfly vista en Londres desde los setenta del siglo pasado
Una producción con cantantes, director, coros y orquesta apropiados, que ofrecen una versión musicalmente brillante, pero devaluada por un concepto escénico poco convincente
Nada como un 'Macbeth' verdiano para sacudirnos con los extremos de maldad y sufrimiento, en este caso hábilmente manipulados por Krzysztof Warlikowski
La voz de Grigorian es apabullante.El timbre, en un primer momento, parece casi de mezzo por lo ancho y carnoso del centro, pero sube al agudo con una facilidad pasmosa.Un agudo restallante en el forte, y delicadísimo en el piano.
La actuación de Asmik Gregorian en esta puesta donde la dirección de escena le pide poco fue convincente por derecho propio;sobre todo en un segundo acto donde sabe expresar su alienación con una naturalidad conmovedora por su mezcla de timidez e ilusión
Un programa tópico el de Alagna, donde todo sonó bien -aunque soso y sumamente previsible- y sin duda disfrutamos.Pero, ¿debería ser esto lo buscado en la gala final de la 70 temporada, que reunía aficionados no sólo coruñeses, sino también llegados de fuera?