La velada fue dominada por el intenso protagonista de Tézier, en cuya voz se sigue todo el drama sin que la línea de canto resulte desfigurada o forzada con el pretexto de la recitación: el respeto de las dinámicas y las indicaciones de la partitura no sólo son una delicia de musicalidad sino una justa comprensión de la tragedia y de los tantos matices de un personaje que no es simplemente ‘bueno’

Grigorian es Grigorian y difícil no lagrimear frente a su mezcla de ansiedad y premonición con que canta su plegaria por su bebé que, ignora, está siendo asesinado mientras ella reza por su vida y su seguridad.

El decorado único del bosque provoca sinsentidos como que Elvira aparezca esperando el bus y el catálogo de las conquistas sea el horario del mismo.Hay, aquí y allá, destellos interesantes, pero el conjunto no lo es.

Dos representaciones no históricas, pero sí buenas, que ya es mucho, y la agradable sensación de que Verdi y sus obras están bien establecidos y durarán mucho más, si antes no nos las arreglamos para cargarnos definitivamente el planeta.

In each of the past four seasons the Deutsche Oper has managed to bring at least one new work to the stage.Of those works, which have included new operas from Aribert Reimann and Georg Friedrich Haas, Heart Chamber is perhaps the most conspicuously challenging, both in its logistical demands and in its composer’s restless determination to avoid the easy paths of musical and dramatic expression