El compositor británico Alexander Goehr falleció ayer 26 de agosto en Cambridge, en cuya Facultad de Música seguía ocupando el puesto de "Profesor emérito".Goehr fue uno de los fundadores del New Music Manchester Group junto a Harrison Birtwistle, Peter Maxwell Davies y el pianista John Ogdon.
La Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks interpreta maravillosamente las nueve sinfonías bajo la égida de Lorin Maazel, Mariss Jansons, Bernard Haitink y Herbert Blomstedt.
Para Blomstedt, no hay ningún concepto metafísico detrás de las monumentales simetrías.Más bien, presenta el juego malabar como el arte por el arte, como el gozo de la habilidad bien ejecutada.
Mäkelä sabe contrastar y construir sin nunca perder de vista una unidad interpretativa en este caso tensionada ya a partir del inicial pizzicato de chelos y contrabajos, y hasta el masivo coral en fortissimo que cierra la obra.
Tomáš Netopil se compenetra con el universo exaltado, a veces caótico y desproporcionado, que transmite con profusión la Sinfonía nº 3 de Mahler.Explora cada detalle con una precisión casi quirúrgica, pero responde sin restricciones a las generosas y vibrantes exigencias de una partitura rica en giros tanto melódicos como rítmicos.
El pianista ucraniano E.Moguilevsky (Odesa, 1945) falleció el pasado 28 o 30 de enero por causas que no se han dado a conocer.Además de una carrera concertística impresionante, fue un destacado profesor de piano en los Conservatorio Chaicovski de Moscú (1972-1992) y de Bruselas (1992-2011).
Primó el hecho que Mahler está más allá de cualquier prejuicio vetusto y este fue un concierto conmovedor y estimulante.Para empezar la orquesta es espléndida, de primera clase, y se promociona como “franco-germánica”.
“¡Es que Mahler hoy estaba sonriendo!”, respondió Bernstein.También pareció sonreír en esta oportunidad, al menos para aliviar al público de un país finalmente derrotado por la desesperanza y la arrogancia xenófoba de su elite gobernante.
¡Qué atractiva es la arquitectura del Concertgebouw y qué acústica tan redonda y a la vez diáfana!¡Y qué idiosincrática esa audiencia, que en lugar de adorar a sus artistas con una excitación vociferante, los disfruta con una concentración hoy cada vez más rara y un entusiasmo distendido y sobrio!