Es imposible no ver en los habitantes de Anatevka, marchando hacia sus destinos desconocidos a la sombra de un pogromo amenazante, a los miles y miles de familias que huyen de la violencia en Oriente Próximo y en Ucrania, pero también en otras partes del planeta.
De pequeño leí un libro que se llamaba 'Franz Schubert y sus alegres amigos', del nombre de cuyo autor no es que no quiera acordarme: no me acuerdo, y eso es una confirmación de que a veces la memoria es piadosa.