La idea de que el poder de EE.UU.crea seguridad internacional sigue profundamente arraigada en la élite política estadounidense y en las alianzas lideradas por EEUU, incluida la OTAN.Sin embargo, los tres pilares de la Pax Americana -el dominio militar de Estados Unidos, su apertura económica y los fundamentos liberal-democráticos de la política exterior estadounidense- llevan de hecho algún tiempo erosionándose.
La cooperación económica con China se ha convertido en vital para la supervivencia de Rusia a raíz de la guerra de Ucrania.En cambio, las inversiones chinas en Rusia, que ya eran escasas, no han dejado de reducirse desde entonces.
Una guerra mundial no es una posibilidad teórica ni el sueño febril de halcones y militaristas.La cuestión que puede plantearse es si Estados Unidos está amenazado por una guerra en tres frentes.
El libro de Carlo Masala es una tesis afirmativa de un desorden mundial que se asemeja más que nunca a un juego de poder político global sin árbitro, en el que los fundamentos liberales siguen erosionándose, los principios de orden contrarios luchan entre sí y las tendencias disruptivas aumentan.
Al quedarse sin municiones y otros suministros militares, Rusia ha buscado ayuda en países con historiales comparables de violaciones de los derechos humanos: Corea del Norte y China, en lo que se denomina una asociación imperialista trilateral.
El comunismo es historia, las grandes ideologías del siglo pasado han seguido su curso, China y Occidente están estrechamente entrelazados económica y financieramente.Pero el furor nacionalista es a veces más fuerte que el deseo de paz y de preservación de la prosperidad.
Con una ampliación de sus miembros para incluir a importantes potencias de materias primas, la agrupación BRICS podría consolidarse como la voz del Sur Global y, al mismo tiempo, reforzar su papel político mundial.
Los expertos temen que el decreto antichino de Joe Biden tenga efectos sobre terceros, verbigracia empresas de Alemania, y critican la falta de transparencia.
Se suponía que China se convertiría en la locomotora de la economía mundial tras la pandemia, pero el esperado impulso de crecimiento no se ha materializado.
Los países europeos tienen una responsabilidad especial: al fin y al cabo, lo que está en juego es su propia defensa, y ésta no puede seguir dependiendo de los Estados Unidos, tres cuartos de siglo después de la Segunda Guerra Mundial.