Strauss y sus libretistas crearon una obra llena de escenas de conjunto plenas de arte, virtuosas arias y canciones que revelan una proximidad al juego operístico y apelan al mundo emocional del público.
Fediurko se propuso a todas luces, redescubrir en Chopin la espontaneidad del momento, la respiración y el fraseo.Su exigencia estuvo acompañada de una evidente preocupación por el cantabile.
Capuçon interpreta una selección de sus obras favoritas de Strauss, rindiéndole homenaje a su innovador mundo sonoro del Romanticismo tardío y a sus composiciones de cámara.
Para los coloneses está todo muy claro: sin el papel desempeñado por Colonia no habría habido ni El murciélago de Strauss ni Edad de oro de la opereta vienesa.
Puesto de pie de forma espontánea, el público aclamó a la orquesta, al director y a la solista, y se hubiera puesto a bailar con su contagiosa música de haber tenido un poco más de espacio en los pasillos de la sala, colmada hasta el techo.
La trama sigue su curso archiconocido: el príncipe elegido para Livia por su madre encuentra el amor verdadero en Clara.Pero Livia sigue su propio derrotero, se libera de las ataduras de la bruja que es su progenitora, así como de su entorno y toma las riendas de su propia vida.
Lucienne Renaudin Vary no tiene la menor duda, ella tiene que tocar descalza para que las plantas de sus pies apoyadas directamente sobre el suelo del escenario sientan la música que resuena a su alrededor.
Estos tres álbumes con canciones de Navidad aspiran a una especie de ideal musicológico que encuentra su máxima expresión en las interpretaciones de concierto como las que están ofreciendo el Coro de los Niños Cantores y el Coro Masculino de San Florián en estos días en Alta Austria.