Constará de siete conciertos de abono en el Teatro Colón de Buenos Aires, más la actividad habitual de los Conciertos del Mediodía, los Conciertos en las Filiales del interior del país, y sus programas de Becas, en Argentina y en París.
Aparte de algunas licencias para hacer más histriónico el concierto, fue una velada bien equilibrada en cuanto a música y repertorio, con un programa muy bien escogido -Jefté y Dido y Eneas- y dos obras similares en atmósfera y cariz emocional.
Todos los lectores que conozco y que habitualmente tienen entre sus libros de cabecera a autores como Mircea Cartarescu, Michel Houllebecq, Don DeLillo o Joyce Carol Oates no me han mencionado ni una sola vez al escritor Arturo Pérez Reverte.
El programa reflejó la doble condición de cantante de ópera y de cámara de Victoria de los Ángeles, y siguió un hilo conductor biográfico desde sus primeros años hasta el regreso al Liceu tras un cuarto de siglo de ausencia más un colofón final.
Kaufmann canceló y a Akhemtshina terminó asistiendo la muerte de tres Werther diferentes en las funciones que siguieron.Para la primera aterrizó Juan Diego Flórez, después se presentó Francesco Demuro y finalmente a mí me tocó Ioan Hotea, un excelente tenor lírico de voz bien lubricada, cálida y buena expresividad de fraseo.