La Orquesta de la Suisse Romande es considerada por los ginebrinos como un tesoro patrimonial, una perspectiva que hay que tener presente cuando se visita su sede, el Victoria Hall de Ginebra, y se disfruta de su personalísima acústica, la cual alimentó las tradiciones interpretativas de la OSR.
Capuçon interpreta una selección de sus obras favoritas de Strauss, rindiéndole homenaje a su innovador mundo sonoro del Romanticismo tardío y a sus composiciones de cámara.
Basado en las múltiples audiciones discográficas y los múltiples conciertos en los que he escuchado la música de Bruckner, ahora que acaban las conmemoraciones del bicentenario de su nacimiento me gustaría compartir con ustedes algunos pensamientos sobre sus sinfonías relativos a mi percepción.
La Filarmónica de Viena debutó en la Gran Sala el 25 de marzo de 1914, dirigida por Richard Strauss, con la Sinfonía en do mayor «Júpiter» de Mozart, la Obertura nº 3 de Leonore de Beethoven y la Sinfonía doméstica en fa mayor de Strauss.
No es que la orquesta no tocase bien la sinfonía de Sibelius, sino que esa deficiente traducción sonora se debió a la inexperiencia de Zinca para dar cuerpo a la cuerda, y al consiguiente error de pretender sustituir ese espesor orquestal con los decibelios de los metales.
Cualquier manifestación de arte que se busque cancelar en tiempos de guerra, resurge con mayor fuerza cuando más se busca suprimirla.Porque es en medio de este tipo de circunstancias adversas extremas que el arte sobrevive con respuestas proféticas, liberadoras, idealistas, esperanzadas y optimistas.
Es posible que la llegada de Ozawa a la Sinfónica de Boston en 1973 se debiera al hecho de que para entonces tanto Karajan como Bernstein ya estaban explotando exitosamente con sus filmaciones la faceta más visual de la música, y que en consecuencia allí quisieran apuntarse a esa corriente contratando a un director joven (aún no había cumplido cuarenta años), exótico (por su procedencia y por su atuendo), y precisamente muy visual