Las lecturas del Dúo Yaara Tal & Andreas Groethuysen no son solo un ejemplo de lucidez interpretativa, un modelo de expresividad, una indicación del procedimiento correcto de ejecución, sino mucho más.
El profesor Franz Xaver Ohnesorg, intendente (director general) del festival, advertía al presentar el recital que tanto Sokolov, como los otros pianistas rusos que han venido a este evento, están sufriendo enormemente y se avergüenzan por la barbarie desatada por el presidente neoestalinista de su país, Vladimir Putin, con su guerra de agresión y aniquilamiento en Ucrania.
La alegría, el amor, la pasión y la melancolía, todo esto se encuentra también en la vida de los grandes compositores.Pero en la música estos estados alcanzan un nivel más elevado, más refinado y sublimado.
La primera mitad del programa de Kissin fue ofrendada al triunvirato de los grandes maestros -Bach, Mozart y Beethoven- cuyas obras interpretó con gran virtuosismo Pero fue la segunda mitad del programa, dedicada íntegramente a Chopin, y que incluía una serie de siete mazurcas seguidas del brillante Andante spianato et Grande Polonaise, que mantuvo al público claramente fascinado.
Es imponente la energía musical que destilan estos músicos.Chucho y Paquito, fundadores del legendario grupo Irakere, tienen cuerda para rato, no piensan para nada en reducir el ritmo.
El joven pianista parecía estar poseído por la música de Beethoven que interpretaba con gran virtuosismo y un toque enérgico, fluído, a veces travieso, mas siempre diáfano y equilibrado.
Yefim Bronfman no se deja distraer, no hace ningún alarde de la música, sino que se implica completamente en ella, antes de perfeccionar el cambio a una sensación de caos y furia con una velocidad e intensidad notables en el final.
Al pasar inmediatamente de una canción a otra, y de un compositor a otro, Goerne y Trifonov crearon una singular atmósfera de intensidad general que resultó fascinante.Después de las cuatro canciones de Berg y las 16 de Schumann el público tenía que hacer ímprobos esfuerzos para no estallar en efusivos aplausos.
Alexandre Kantorow sobrevuela estos mundos pianísticos con fantástica maestría.Poderoso en Liszt, se apropia con éxito de las visiones extravagantes de Schumann, explorando con gran sutileza el nuevo mundo sonoro propuesto por Scriabin.
Sobre el escenario se exhibe además una obra de un artista formado en la Academia de Arte de Düsseldorf, en este caso del escultor Michael Dekker con su obra plástica espacial "Inclussion", que hace referencia no solo a una conexión física en diálogo con la orquesta y cada uno de sus músicos, sino en un espacio invisible y a nivel sinestético-imaginario con las composiciones de Schumann y Mendelssohn.