Se alcanzó un atractivo equilibrio entre lo ingenuo y lo culto, entre lo pastoril y lo urbano, entre lo cosmopolita y lo local.Por cierto, hay que ver cómo una seguidilla en mitad de una ópera italiana enaltece aún el orgullo del público patrio.
El lenguaje de la ópera es ya de por sí casi tan antinatural como el hecho de que un hombre dé a luz 40.049 hijos en una sola tarde por la fuerza de su voluntad.Al fin y al cabo esta aparentemente disparatada incoherencia, como la de Apollinaire, acaba convirtiéndose por sí misma en una bien articulada médula transversal.