Si la identificación de la música romántica y la emoción nos parece obvia, al igual que a los artistas y al público del siglo XIX, resulta desconcertante que tan pocos pensadores contemporáneos estuvieran de acuerdo o la aprobaran.
Mc.Vicar no cae en el error de presentar a Tadzio y Jashiu como proyección de una mente alucinada, sino como lo que realmente son, en su natural virilidad y sin ningún tipo de insinuación erótica.Los jóvenes juegan con otros adolescentes con la misma despreocupación que vemos en los otros cameos que pasan por la playa, y la coreografía de Tadzio no está diseñada para calentar a ningún viejo sino como expresión típicamente adolescente de egocentrismo y ansiedad vital: este joven no tiene tiempo para coquetear con nadie