La primera parada del viaje fue Nueva York, con la Rhapsody in blue de Gershwin y Ciro Fodere, pianista de la orquesta, como solista.La obra sonó fresca, con una sección de viento en estado de gracia y con un gran trabajo por parte del director para controlar los tempi y evitar desajustes.
¡Benditos Bonus!En algunos casos, el bonus iguala en minutaje al disco original.Lo que se ofrece en ellos acostumbra a ser fragmentos de otros discos Decca, ya sean óperas completas o recitales.Algunos bonus son incluso anteriores en el tiempo.
Una verdadera delicia para los amantes del canto y de la música en general.Los registros van de 1950 (Paul Schöffler) a 2010 (Joseph Calleja).Hasta el CD 37 llevan todos un Bonus que complementa el disco original, de menor duración.
Los 'Tres sonetos de Petrarca' son cosa seria, tanto por la densidad del texto como por la música de Liszt nada fácil ni para el cantante ni, por descontado, para el piano.Olivieri se mostró perfectamente a tono y ‘sorprendió’ con una unción, una interioridad que en ópera sólo ha podido demostrar -y no hasta ese punto- en un par de títulos a la vez que hizo frente a las dificultades de la escritura.
Lo mejor de todo fue la maravillosa dirección de Viotti que, con la complicidad de la orquesta del Teatro, dio la mejor versión que jamás he escuchado en vivo, refinada, moderna, sensual pero pocas veces enfermiza, que no debería confundirse con decadente.
De la combinación de mala música y peor literatura, sería raro prodigio que pudiera salir buen teatro musical, y de impedirlo a cualquier precio se encargan una escritura vocal de enorme dificultad, una orquestación de brocha gorda, una técnica compositiva menos que básica y unas ideas musicales que brillan por su ausencia.
Beczala se ha ganado a pulso el aplauso que lo recibió, los que siguieron y los absolutamente apasionados del final.Esta historia de amor que esperemos que dure proviene de un trabajo continuo desde su debut en 'Faust' pasando por conciertos aquí y en el Palau de la Música hasta llegar a la 'Luisa Miller' de 2018 por la que público y crítica lo juzgaron mejor cantante masculino de la temporada.
La obra fue terminada por el autor en 1922 aunque diversas trabas de orden administrativo eclesial demoraron su estreno hasta el 15 de febrero de 1934 en la Ópera de Roma.Antes del fallecimiento de Licinio Refice -en medio de los ensayos de una puesta precisamente de Cecilia con Renata Tebaldi en Río de Janeiro- la obra alcanzó las 100 representaciones para, luego, desaparecer del repertorio.
Alfonso Romero entiende el personaje de Manon como icono de ansia de libertad femenina, como mujer adelantada a su tiempo, pero con ese desorden de muebles, de vestuario y de general anacronismo, el interés de la propuesta se va reduciendo a medida que va avanzando las casi tres horas de función y el espectador se va saturando visualmente con dicha monotonía conceptual.
La inglesa Gemma Summerfield fue probablemente lo más completo de la noche por elegancia, seguridad, timbre atractivo y técnica, y fue un verdadero placer oírla