La Filarmónica de Viena debutó en la Gran Sala el 25 de marzo de 1914, dirigida por Richard Strauss, con la Sinfonía en do mayor «Júpiter» de Mozart, la Obertura nº 3 de Leonore de Beethoven y la Sinfonía doméstica en fa mayor de Strauss.
'Guercoeur' posee uno de los más hermosos libretos que quien esto firma conoce.No sólo por su originalidad, sino también por sus implicaciones sociales, sentimentales y metafísicas, y su capacidad (muy grande) de emoción
En el caso de Luigi Nono, tengo la impresión de que las instituciones italianas y sus intelectuales 'oficiales' creen tener una 'asignatura pendiente' con la memoria de Nono que les lleva a entenderlo como una incómoda figura museística, lo cual dificulta la contextualización espacio-temporal de su vida y obra, y la reinterpretación actual de su producción.
Schreker no seguía ninguna escuela, sino que él mismo personificaba una, y si se le hubiera dado un nombre, podría haberse llamado Escuela Ecléctica.Schreker simplemente hacía lo que quería, radicalmente fuera de lo convencional.
Marthaler y Viebrock se olvidaron de Verdi y les salió un verdadero desastre, de esos que inspiran algo raro en Salzburgo: silbatinas, gritos de desaprobación y broncas por no haber entendido nada, compitieron con algunos desafiantes aplausos de quienes pretendían haberlo entendido todo.
Los grandes nombres de la dirección, la escenografía, el canto y el baile conforman un panorama en el que se combina la tradición con las nuevas propuestas.
Una producción escénica bastante fría y arbitraria que recibió una mezcla de abucheos y aplausos.El telón transparente estuvo siempre bajado aunque no hubiera proyecciones, por lo que todo lo que se visualiza en la escena resulta un tanto apagado, como visto a través de un velo que difumina ciertas luces y aristas, pero que también provoca una inevitable sensación de alejamiento y desconexión: es como si viéramos la tragedia de Salomé en una vieja película rescatada de algún recóndito archivo.
Este décimo y muy recomendable volumen del ciclo que el sello discográfico de la SWR dedica a Michael Gielen pretende dar fe de las muy variadas estéticas que este compositor y director defendió a lo largo de su vida, así como de algunos de los compositores con los que mantuvo un contacto más estrecho a nivel artístico y personal: fruto del cual se cuentan en este verdadero cofre de tesoros musicales un buen número de obras estrenadas en su día por el propio Gielen