Gran Teatre del Liceu.Concierto de ganadores de la 62ª edición del Concurso Internacional de Canto Tenor Viñas.Orquesta Sinfónica del Liceu.Dirección: Daniel Montané
Puesto de pie de forma espontánea, el público aclamó a la orquesta, al director y a la solista, y se hubiera puesto a bailar con su contagiosa música de haber tenido un poco más de espacio en los pasillos de la sala, colmada hasta el techo.
La triunfadora indiscutible de la noche fue la soprano Miren Urbieta-Vega que revistió a Mimí de sinceridad y sensibilidad, envolviendo al personaje con su dúctil instrumento de leve tono oscuro en el timbre y un agudo seguro y brillante.
De la escena de Leo Nucci se podría decir lo mismo ahora que hace diez, o cincuenta años: heredera directa del Zefirelli de La Scala en los años sesenta, completamente anclada en un pasado de muebles desvencijados, velas consumidas, áticos de París y nieve cayendo en el acto tercero.
Kupfer encuentra en su gran producción atemporal lo que la arqueología de la ópera no revela, imágenes escénicas precisas y creíbles para los sentimientos de todos los personajes que captan con precisión y detallismo la existencia de esas figuras.
Tal vez haya escuchado alguna voz más bella por timbre en la parte, pero ninguna con su precisión técnica, su capacidad estilística, su técnica admirable y, ni qué decir, su fraseo intenso y exquisito.
Carlos Álvarez ha sido más internacional y un tanto más mediático, mientras la trayectoria de María José Moreno siempre ha ofrecido un equilibrio y una lealtad asombrosa al repertorio que le es afín.En ambos cantantes se trata de unos treinta años de dedicación y entrega sin límites cada vez que han subido a un escenario
Eric Ruf ofrece una puesta en escena honesta y al servicio de la obra original.¿Artesanal?¡Pues claro!, de buen artesano, que es lo que el público le pide al intérprete.Y la dirección de escena es una cuestión de interpretación.
Al inicio de la función, el público cordobés brindó una fuerte ovación a Carlos Domínguez-Nieto, que fue extendiéndose en el tiempo más de lo habitual y protocolariamente establecido, comenzando a incrementarse en intensidad hasta que se sucedieron las aclamaciones que por más de un minuto obligaron al director a saludar varias veces.