La ambientación cambia desde el pueblo tranquilo y principalmente agrícola, aunque los Ismailov sean mercaderes, de Shostakovich a ese mundo distópico que tanto gusta a Bieito.En sus propias palabras, Lady Macbeth del Distrito de Mtzensk: “No es Romeo y Julieta, es el thriller apocalíptico de un amor en un sistema poscapitalista”,
Lamentablemente la régie está despiadadamente exenta de toda ironía.No aprovecha el humor negro que prodigara el propio Giuseppe Verdi, verbigracia cuando Sparafucile insiste en la respetabilidad de su profesión de asesino a sueldo.
¿No sería mejor que pidiéramos a cada intérprete que sea un buen (y si posible excelente) artesano?Que respete las reglas de su arte, que cumpla con la partitura dando todas las notas en buen estado, que cumpla con el libreto respetando el sentido, y que cumpla con una y otro dando emoción.
“El nuevo festival de piano de Lucerna” Así definen sus organizadores este acontecimiento invernal que en una semana de febrero reunió a distinguidos pianistas y dos grandes orquestas suizas, la sinfónica de Lucerna y la Suisse Romande, para un abultado programa de conciertos.
Como se ha demostrado, hay voces hoy que pueden defender una buena trilogía tudor;aunque una tetralogía que incluya Il castello di Kenilworth sería apuntar muy alto, ¿se plantearía el Maestranza el reto?
El pianista suizo inicia la temporada en el Festival de La Jolla en California y continúa con una gira con la Orquesta de Cámara de Europa y actuaciones con la Sinfónica de Chicago dirigida por Thomas Søndergård.
El hecho de que el estilo de la música de Dallapiccola transitara desde las profundas influencias de Wagner y Debussy en "Volo di notte" (1938), pasando por los estilos cromático y expresionista de la vanguardia vienesa de la preguerra ("Il Prigioniero", 1944), y finalmente su ópera dodecafónica "Ulisse" (1968) –aclamada por la crítica y casi nunca representada-, puede casi contemplarse como la trayectoria emblemática de la música clásica en el Occidente libre del siglo pasado.
Si Boulez pasó tantos años dirigiendo las grandes obras románticas de Wagner, Brahms, Mahler, y Ravel, haciendo que sonasen racionales, frías y controladas, eso fue, tal vez, su forma de retornar al centro del timón del arte que amaba –música tonal grande y descriptiva-, sin necesidad de componer una sola nota de ella, al contrario que Schoenberg, Korngold, Shostakovich, Hindemith y Britten, que tuvieron el valor suficiente para hacer precisamente eso.
Con excepción de Glyndebourne, los festivales ingleses de ópera-picnic son artísticamente modestos y se trata mas bien de reconocer el empeño de algunos cantantes jóvenes y otros sobre el final de su carrera para entretener un público disfrazado de gala que espera ese famoso intervalo largo (100 minutos) para merendar y hablar tonterías.