En la zarzuela, lo inmaterial (el presente) es sombra de lo que fue, y lastre;mientras que lo material (la época dorada) es luz, y su estudio abre posibilidades de futuro.Dirijamos nuestra mirada hacia la zarzuela con nueva información, más centrada en el brillante patrimonio material y menos en el deprimente patrimonio inmaterial.
Bajo el título “Comedia musical a ambas partes del Atlántico” se presentaba este atractivo Concierto de Navidad que cada año celebra el Teatro de la Zarzuela el día anterior a Nochevieja.Además de los conjuntos titulares se contaba en esta ocasión con la soprano Ruth Iniesta como solista vocal que amenizó el fin del año 2023 con un variado menú de música americana y zarzuela española.
Si en las dos primeras décadas del siglo XX se necesitaron a mansalva artistas de zarzuela que ante todo dominaran la comedia, la década de los años veinte pedía cosas nuevas.
Una Antología de la Zarzuela requiere unos conocimientos amplísimos del género lírico español y un manejo enorme de sus códigos estilísticos, algo que José Tamayo poseía como ninguno, sabiendo administrar esas ideas con pericia, oficio teatral y brillante resultado escénico-musical.
Arteta volvía a pisar el Teatro de la Zarzuela para ofrecer un recital de romanzas y dúos de zarzuela, consciente de que su voz aún se estaba recuperando.Y es que el bache que le tocó sufrir no fue precisamente pequeño.
Lo discutible de todo esto probablemente sea que, desde una perspectiva de género, a la obra de una mujer, Pauline Viardot, que indudablemente se ha de poner en valor, se la rodea e intercala con músicas de diferentes hombres.
Penella compuso un admirable tratamiento prosódico del texto en las partes más recitadas, por lo que toda la obra de principio a fin es musicalmente cantabile, de canto muy natural.Nada que ver con las experimentaciones harto indigestas y metidas con calzador de don Tomás Bretón décadas atrás.
Una orquesta muy implicada y de virtuoso empaste —algo que asimismo se podría decir del espléndido coro— se lució a las órdenes del algo impulsivo Óliver Díaz, que se centró en maravillar desde el foso opacando en cierta medida el brillo de las voces femeninas en la escena.
El Teatro de la Zarzuela vio por vez primera cómo brillaron de nuevo las elevadas facultades canoras de soprano lírica de agilidad que atesora Lisette Oropesa, en la que prepondera un mórbido registro central y unos firmes agudos, espléndidamente emitidos, a lo que une una presencia carismática en el escenario que atrapó al espectador desde su primera interpretación
A solo, Javier Ulises Illán dirigió a la Orquesta del Festival de El Escorial el pasodoble taurino de «El gato montés», en el que tuvimos la sensación de estar asistiendo a la feria de un pueblo o en un templete de música con una orquesta de bolo.