Tras dos años de abstinencia y a pesar de la pandemia, los teatros de Krefeld y Mönchengladbach se han lanzado con todo amor a la realización de este espectáculo de casi tres horas de duración, ovacionado al final por los espectadores, de pie en la sala.

Sabina Puértolas es un torbellino de poses y gestos teatrales que luce un canto de gran frescura, con un control preciso del ornamento en todo el rosario de arias que su exigente parte demanda, regalando momentos de gran refinamiento vocal al que contribuye su grato registro central, que se mueve con mucha holgura en los niveles superiores.

Lo que distingue a Ólafsson de muchos otros pianistas es no solo su formidable técnica, sino su arte y visión para crear sus propios periplos imaginarios.La música fluye y fluye de un tema a otro sin solución de continuidad;

La puesta en escena de Carsen fue uno de sus grandes momentos teatrales (sin duda el director canadiense encuentra en el barroco el terreno más fértil y mejor en resultados para su imaginación).La transposición al mundo moderno fue, si se quiere, forzada, pero fácil de seguir, absolutamente clara, y con sus guiños irónicos al mundo del cine.

Dos citas con la música de Johann Sebastian Bach, la primera de las cuales no sólo colgó el cartel de completo, sino que vio cómo a las puertas del Espacio Torner, y bajo la lluvia, crecía una cola de público a la espera de que se habilitara más aforo para poder disfrutar de un recital (un tanto breve, todo hay que decirlo) de la ibicenca Lina Tur Bonet.