La versión es ágil al menos por dos motivos.Uno se halla en la batuta de Christie, quien articula unos tempi diligentes incluso cuando la velocidad no es rápida.Bien sea por el picante juego del timbre y las texturas, livianas pero medulares, bien por la atención expresiva del ritmo armónico o por la solícita atención que requieren las síncopas, el director impele un discurso que pese a lo ligero tiene pulpa, chispa y eso que por ahí arriba llaman joie de vivre.