Comprender la precisa apropiación de la naturaleza en los estudios de Caspar David Friedrich y su procedimiento estético, que da a cada cuadro un marco abstracto de orden.Por un lado, comprender el proceso de trabajo y, por otro, historizar este proceso.
Se ha escrito mucho sobre Caspar David Friedrich.Y sus obras, muy inquietantes pero difíciles de captar en cuanto a su significado, tientan a los expertos a atribuirles un sentido absoluto o totalmente relativo.
Deslumbrante, como siempre, John Cage, un compositor, al igual que Morton Feldman, con un corpus pianístico realmente destacable en su catálogo: un abanico de partituras en las que el músico ha de tomar no pocas decisiones para configurar finalmente la obra (trascendiendo la categoría al uso de intérprete), algo en lo que Elisa Vázquez Doval ha estado muy acertada, incidiendo, una vez más, en los elementos unificadores de este Etude Austral nº 1.
Las de Skriabin, Bartók y Chopin son algunas de las alfaguaras estilísticas que se asoman a la Suite nº 11, una obra con una gran amplitud de registros técnicos, que van de una concepción orquestal del piano, en la que escuchamos hasta instrumentos de percusión, a la presencia de los antes citados clústeres de antebrazos: un procedimiento que Scelsi ya había empleado profusamente en partituras como "Action Music" (1955), pieza referida a la pintura de acción de los expresionistas abstractos norteamericanos de los años cuarenta y cincuenta.
Tras la suspensión de Música y arte, Correspondencias sonoras abrió una nueva etapa que si bien carece de un proyecto que vertebre de forma unitaria la programación musical anual del centro, cierto es que ha ofrecido una mayor pluralidad de criterios artísticos.
Como es norma de la casa en la edición Musikfabrik desde su primer lanzamiento, las tomas de sonido son impecables, con registros a cargo de la WDR de Colonia.El libreto, con ensayos sobre cada una de las obras y datos biográficos de compositores e intérpretes, se vuelve a incorporar en un póster desplegable sobre un cuadro del pintor alemán Gerhard Richter;
Si por el retrato musical que Feldman pintó en For Bunita Marcus nos hubiésemos de guiar, tendríamos que concebir a la compositora de Wisconsin como una mujer extremadamente serena, meditativa e introspectiva, capaz de lanzar un mensaje al lienzo del silencio y escuchar cómo éste va habitando al oyente, encontrando los matices de su progresiva disolución
Morton Feldman: For John Cage.Matthew Shlomowitz: Popular Contexts 7: Public Domain Music;Popular Contexts 8: Five soundscapes for a contemporary percussionist;Avant Muzak.Séverine Ballon: cloches fendues 1;
Una audición atenta de 103 revela de forma muy nítida que, dentro de un paisaje acústico análogo a un mar de disrupciones sonoras atomizadas, hay brotes sonoros que, si no fueren proporcionados, sí lo parecieran, así como pasajes recurrentes asociados: por un lado, las sonoridades suspendidas, como textura base en constante modulación;
Morton Feldman: Triadic memories;Piano;Trio.Josje Ter Haar, violín.Job Ter Haar, violonchelo.John Snijders, piano.Christoph Claßen, Christian C.Dalucas, Bernd Leukert, Werner X.Uehlinger y Bernhard "Benne" Vischer, productores.