El rendimiento de la orquesta (las orquestas) fue el de las grandes noches, porque desde el patio de butacas se veía que estaban disfrutando de su trabajo.Por eso el público supo respetar los quince segundos de silencio que impuso González-Monjas antes de recibir la salva de aplausos.
No es tiempo de acusaciones o demandas, sino de visiones compartidas.Porque la Orquesta Sinfónica de Galicia y la creación cultural gallega son los grandes activos del país y el mejor producto para mostrar dentro y para competir fuera.
El trabajo, editado por Piles, es un estudio analítico-estético sobre esta obra del compositor valenciano para entender “a través de su música, el proceso que atraviesan los familiares de los pacientes de Alzheimer”.
Brönnimann no pareció manifestar ninguna afinidad por Bruckner.Su interpretación fue cuadriculada, el fraseo careció de la menor flexibilidad, los bloques sonoros se sucedieron sin que intermediase la necesaria tensión en las transiciones, y la orquesta muchas veces sonó sucia.
La interpretación que dieron González-Monjas y la Sinfónica de Galicia de la Sexta Sinfonía de Ludwig van Beethoven me la llevaré a la tumba.No es que todo saliera bien, sino que todo salió de ensueño.
La triunfadora indiscutible de la noche fue la soprano Miren Urbieta-Vega que revistió a Mimí de sinceridad y sensibilidad, envolviendo al personaje con su dúctil instrumento de leve tono oscuro en el timbre y un agudo seguro y brillante.
Qué poco se escuchan las 'Variaciones Enigma' y cuánto se agradece poder hacerlo en una interpretación tan sobresaliente como la de esta noche.González-Monjas acertó con el concepto: flema británica en las variaciones solemnes, seriedad brahmsiana en las variaciones saltarinas, y la inteligencia suficiente para dar a la circunstancia su mayor valor por encima de la pompa