Nombrado justo antes del inicio de la pandemia de covid-19, el mandato de Johnson estuvo marcado tanto por desafíos sin precedentes como por un crecimiento transformador.
Es posible que la llegada de Ozawa a la Sinfónica de Boston en 1973 se debiera al hecho de que para entonces tanto Karajan como Bernstein ya estaban explotando exitosamente con sus filmaciones la faceta más visual de la música, y que en consecuencia allí quisieran apuntarse a esa corriente contratando a un director joven (aún no había cumplido cuarenta años), exótico (por su procedencia y por su atuendo), y precisamente muy visual
Von Hoffmannstahl ha puesto en boca de Elektra un vocabulario frondosamente freudiano que debe ser gesticulado con intención bien sincronizada con el fraseo.De lo contrario, Elektra queda reducida a una loca gritona, como ocurrió en esta oportunidad.
La parte musical de 'Tannhäuser' fue mejor, aunque lejos de lo que esperaba.La labor del coro, que aquí tiene parte importante, fue magnífica.La orquesta también sonó bien, pero la batuta de Runnicles (recibido y despedido como si fuera un Solti) fue de lo más soso, pesado y ni siquiera sensual o místico.
La Octava soporta desde su origen la marca de su potencial enormidad.Emil Guttman la sobrenombró “de los mil” en su estreno mundial (a pesar de Mahler).Con ocasión de este estreno, el cartel anunciador especificaba el número de componentes de los dos grandes coros mixtos (400 + 400) y del coro infantil (150), aunque evitó el uso de la expresión “de los mil” (que sí ha empleado Quincena).
Alguien dirá que esta edición del 'Parsifal' de 1955 era innecesaria, pues Weber, Vinay, Mödl y Neidlinger están más que documentados en sus respectivas partes;por otro lado, el Amfortas de Fischer-Dieskau ha tenido siempre sus detractores, tanto en Bayreuth como con Solti;
En el disco y en las transmisiones no hay problema de volumen que no subsanen los técnicos, pero en vivo no hay técnico que valga.Por eso el de ayer me pareció un concierto fallido
¡Qué atractiva es la arquitectura del Concertgebouw y qué acústica tan redonda y a la vez diáfana!¡Y qué idiosincrática esa audiencia, que en lugar de adorar a sus artistas con una excitación vociferante, los disfruta con una concentración hoy cada vez más rara y un entusiasmo distendido y sobrio!