Esas banderas y ese ‘viva Verdi’ disparatados del tercer acto más las carreras que se pegan los soldados son de una ridiculez extrema, de la que ni música ni texto son culpables
Este inicio con 'Marina' es muy prometedor de la nueva gestión de la directora artística, y el público, muy numeroso, estuvo muy complacido durante la función y sobre todo al final de la misma
Pelly revalidó ser sinónimo de elegancia, novedad sin desatinos, e ironía fina que no desdeña algún trazo grueso.Creo que la producción puede tener largo recorrido y se lo merecería.Aquí estamos en el mundo de la fotonovela italiana de los años setenta del pasado siglo, con la que se evade Fiorilla del ‘aburrimiento’ sobre el que versa su aria de salida.
Un acercamiento renovado a una trama que de por sí es ligera y poco enjundiosa, una especie de 'Isla de las tentaciones' dieciochesca que Marta Egilior ha querido reelaborar para trasladarla conceptualmente al siglo XXI, sin traicionar ni alterar sustancialmente la claridad y simpleza conceptual originales del enredo
Todo festival que se precie, y más si es monográfico, tiene el deber y la función de presentar no sólo obras maestras consagradas sino otras que pueden ser interesantes o que han sido olvidadas.Y naturalmente no todas son perlas raras.
"Con un reparto adecuado y un director […] Il signore Bruschino puede hacer siempre su efecto.” [Weinstock, 1981].Y este es el ‘quid’ de la cuestión: esta nueva producción, que es para mí la primera de sus autores, no parece nada particular.
Christophe Rousset demostró tanta solvencia dirigiendo como falta de intención tejiendo la complicidad entre el foso, el escenario y el talante rossiniano que necesariamente debe seducir al público para que un título así llegue a cuajar plenamente.
El público se rió hasta las lágrimas de estas dos viejecitas haciéndose las graciosas.En cambio, mis lágrimas fueron de pena, porque no puedo dejar de recordarlas lozanas y sardónicamente contenidas de la mano de sus regisseurs originales, respectivamente David Mc.Vicar y Laurent Pelly.
Es evidente que la óptica radicalmente opuesta de Jacobs no invalida otras propuestas gloriosas como las de Giulini, Böhm, Solti, Karajan o Abbado, por nombrar solo unos cuantos hitos fonográficos de este título.