El gran coreógrafo Robert North repuso en el Teatro de Mönchengladbach "Los sueños de Chaikovski", una pieza en dos actos con 12 escenas, que había estrenado en este mismo escenario en 2008, y que sigue fascinando a los amantes del ballet de todas las edades.
¿Qué eran los hombres para mí?Novelas -solo leídas fugazmente- cantan las mujeres del coro.El papel de los hombres en el Savoy es a todas luces secundario.
La coreografía de Robert North reúne formas neoclásicas y expresionistas del ballet del siglo XX y utiliza un material estrechamente ligado al desarrollo del bandoneón en la ciudad de los tejidos de seda.
La efectista historia que relata North comienza con el funeral del compositor en 1827, al que habrían acudido alrededor de 20.000 personas, según se dice.De pronto, Beethoven aparece ante el público: “No hay amigos“, espeta.
Pichon se dedicó a eliminar casi quirúrgicamente cualquier atisbo de vida en los personajes.Tempi lentos, una sensación casi contemplativa en los recitativos, larguísimas cadencias vocales en las arias y un empeño constante en buscar el pianissimo más pianissimo de todos los pianissimi, cayendo con frecuencia en lo puramente melifluo.
La materia de la que están hechos los sueños, como afirma Shakespeare, capta la esencia de las coreografías de Robert North.Las fuerzas mágicas, las criaturas fantasmales y la naturaleza influyen en el mundo humano;
Aquí manda Eurídice quien hace todo lo que sea necesario para que los hombres bailen a su son.Incluso en el infierno, y bajo el gigantesco dragón ciclista del averno, se hizo durante el jolgorio con unos genitales masculinos muy monos, cubiertos de brillantitos, que luego arrojó a la multitud detrás de ella como si fueran un ramo de novia.
Durante el encierro la compañía había dado ya preciosas señales de vida con un filme de 20 minutos que mostraba extractos de las cuatro coreografías reunidas en Alles neu: Freedom, 春 – Frühling (Primavera), Respect Bro, y Technische Schwierigkeiten (Dificultades técnicas), de Robert North.
Deslumbrante, como siempre, John Cage, un compositor, al igual que Morton Feldman, con un corpus pianístico realmente destacable en su catálogo: un abanico de partituras en las que el músico ha de tomar no pocas decisiones para configurar finalmente la obra (trascendiendo la categoría al uso de intérprete), algo en lo que Elisa Vázquez Doval ha estado muy acertada, incidiendo, una vez más, en los elementos unificadores de este Etude Austral nº 1.
Es la primera función de danza que se celebra en la región de Renania, tras cinco meses de interrupción por la pandemia del coronavirus.North, Kondo y Borghesani se valieron de un repertorio de preciosa música de cámara y dos proyecciones de vídeo para conformar una tarde por demás entretenida y agradable.