Nace con el objetivo de generar una cantera de excelencia en la Comunidad que enriquezca y dé continuidad al legado profesional y artístico de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.
A lo largo del tiempo, el festival Musika Música ha evolucionado en torno a una idea: ofrecer un gran número de conciertos en muy pocos días y en un mismo único espacio, el Euskalduna, un gargantúa capaz de digerir la presencia simultánea de cuatro conciertos y otras actividades, con sus varios miles de asistentes.
Final apoteósico pero serio y entusiasmo del público, que dedicó una larga ovación a los músicos en reconocimiento a una versión no perfecta pero muy disfrutable en múltiples aspectos.Lo espectacular, y además bien interpretado, gusta y vende.
La cuerda, como siempre en Fischer, se erigió en el aspecto más expresivo desde su múltiple presencia y sólido armazón;por supuesto, dentro de un estilo moderno: es cálida sin llegar al sentimentalismo empalagoso.
Antoine Tamestit regaló unas intervenciones simplemente impecables, y además ejerció de “personaje”, tocando desde distintas posiciones de la caja escénica y reaccionando a veces de forma graciosa ante ciertos pasajes.
En el 'Concierto para violín' de Ferruccio Busoni predominó el orden, y la labor de la solista, Francesca Dego, llegó diáfana.La discutible labor de Nil Venditti en el 'Concierto para orquesta' de Alfredo Casella no consiguió opacar del todo lo divertida que puede llegar a ser esta obra, sobre todo ese brutal scherzo mahleriano que es el último movimiento.
Thierry Fischer se estrenaba como director titular y el tremendo concierto para violonchelo de Fazil Say, 'Never give up', no desentonó entre dos obras de puro repertorio.Fue, lo más impresionante de la noche, porque el pianista y compositor turco logra con esta obra llegar al corazón del público desde recursos que están dispuestos con inteligencia
Nelson Goerner comenzó un poco atenazado: notas mudas, falta de claridad en algunos pasajes y más atento a la concertación que a la creatividad.Se soltó definitivamente en un fantástico segundo movimiento, repleto de sutilezas, y el último sonó infinitamente más desinhibido, en parte porque el juego de volúmenes es distinto y la orquesta puede brillar.
Thierry Fischer es un director expansivo con cierta tendencia a sorprender con tempi y volúmenes que buscan dejar un sello en sus versiones.Ocurrió en la Bacanal de "Sansón y Dalila", que calentó rápidamente el ambiente con voluntarios excesos tímbricos;