Si creemos que las revoluciones son posibles, entonces tenemos que ser capaces de imaginar diferentes modos de ser, diferentes formas de existir en la sociedad, diferentes relaciones sociales.En este sentido, el arte es crucial.
La fuerza de la democracia sigue residiendo en su capacidad para resolver los problemas de manera que se vuelvan manejables.Esto también significa que la democracia también debería ser capaz de diseccionar su propia muerte para que pueda ser retrasada poco a poco.
Tras el inesperado triunfo de Donald Trump en las Presidenciales de EE.UU, asistimos a la irrupción del llamado escenario teleonómico y que estuvo marcado por dosis extremas de volatilidad debido a la personalidad paranoica de Donald Trump.
La cuestión cómo afrontar el problema de los grupos subversivos, extremistas, conspiranoicos, QAnon, racistas, antisemitas, xenófobos, extremistas de derecha y nazis.Ignorarlos no sería lo adecuado.Pero sí establecer funciones de válvulas de seguridad tal como solía aplicarse tradicionalmente en celebraciones motivadas por la religión o en los carnavales.
A Trump hay que clasificarlo entre los narcisistas maliciosos o malignos.Uno de sus síntomas es ese encanto manipulador que muestra.En términos del comportamiento observable hasta ahora, es un psicópata masivo o un narcisista maligno, porque prescinde de toda norma social e incita al odio.
"La derecha nunca ha querido ni la izquierda ha sabido cómo llegar a un consenso con la derecha para acordar unos principios de ciudadanía básica.Si una ley de educación nace lastrada sabiendo que si mañana hay cambio de gobierno lo primero que va a hacer es derogarla, ¿qué hacemos?
No debemos subestimar los poderes de autocuración de una sociedad democrática.La democracia estadounidense surgió fortalecida de la guerra civil del siglo XIX y de alguna manera se ha renovado.Lo mismo se aplica a la Gran Depresión de la década de 1930 que en Estados Unidos condujo a la reestructuración de la democracia por parte del estado de bienestar bajo el signo del New Deal, mientras que en Alemania llevó a la destrucción de la democracia y al establecimiento de la dictadura nacionalsocialista
El asalto al Capitolio de los Estados Unidos, con un saldo de cuatro muertos, es apenas una muestra del grave enfrentamiento que libran desde hace varias décadas dos grandes campos en la sociedad de ese país: uno el de los conservadores y fundamentalmente religiosos (sobre todo cristianos y judíos);
Donald Trump ha atravesado ya una peligrosa línea roja, cuestionando el sistema democrático de los Estados Unidos e incitando indirectamente a la insurrección a sus seguidores.El ataque al Capitolio y la perturbación de la ceremonia de confirmación del triunfo de Joe Biden en las elecciones presidenciales del pasado 3 de noviembre, parece el comienzo del fin de la hasta ahora Guerra Fría Civil en ese país.
Permítanme la cita de la única sonrisa que provoca el libro: John Philip Sousa decía que “mis piezas más populares son Barras y Estrellas y la Obertura de Tannhäuser”