Una apuesta segura a la hora de llenar un teatro con problemas presupuestarios, gracias a su solvencia dramática, respeto hacia la obra verdiana y aceptación por el público
Alejandro del Cerro mostró una voz muy lírica dotada de empaque y brillo, desplegando un fraseo de gran musicalidad que le permitió rematar una aseada caracterización de Don Fernando, al que solo le faltó un punto de espontaneidad
Una función inolvidable en base a una propuesta escénica de gran alcance dramático, una dirección orquestal a la altura y un tan excelente como entregado equipo de cantantes en una obra muy equilibrada en los protagonismos.
El Ministerio de Cultura centra sus recursos en Madrid y Barcelona.El tratamiento presupuestario en las demás ciudades, con la excepción relativa de Valencia es muy discriminatorio.
El elenco de voces estuvo protagonizado prácticamente en solitario por Ainhoa Arteta, con excepción de un Ángel Ódena, artista siempre seguro, que aquí convenció con un sólido Sharpless
Sobre un escenario de corte cabaretero asistimos a una narración tan sutil como poética del nacimiento del cine español, la guerras de Cuba o Marruecos, de los cafés cantantes, de la creación de la Barraca, la dictadura de Primo de Rivera, la proclamación de la Segunda República y al trágico final de Lorca
El reparto fue encabezado por el impresionante dúo protagonista formado por María José Moreno e Ismael Jordi.Ambos brillaron a un nivel extraordinario pues, no en vano, llevan interpretando sus respectivos roles durante décadas
A través de sus miradas, gestos e incluso alguna incursión coreográfica, y de la mano de una extraordinaria dirección actoral por parte de Francisco López, podemos afirmar que Arteta hizo una creación única, con una actuación sobrecogedora en la última escena.
De paz interna lleva al oyente al sinfonismo del otro lado del Atlántico, y suenan ecos de Copland o Gershwin que se mezclan con ritmos más meridionales y populares de la cultura afroamericana.