Volodos conectó el más puro ensimismamiento schubertiano con la brillantez del pianismo schumanniano;la ligereza cantabile de Schubert, con la intensidad irresistible de Schumann
Presenta una programación marcada por la pluralidad que incluye 156 conciertos con grandes nombres del panorama internacional y jóvenes promesas locales.
Pocos podrán igualarse a Volodos en comprensión, ejecución y evocación de la obra de Scriabin.El pianista ha interiorizado a su compatriota: místico y vehemente, contradictorio en sus ansias tenebrosas de un paraíso, que, como Tántalo, acaricia, pero nunca alcanza.
La obra que se estrenó, de Manuel Martínez Burgos, Liminalis (¿abandonará alguna vez la música contemporánea el latín para sus títulos?), tiene evidentes ecos stravinskianos y resulta muy accesible, desde su brevedad y un mundo sonoro repleto de onomatopeyas y efectos coloridos
Consta de 30 conciertos que darán comienzo todos a las 19.30 horas, 16 de ellos en la sala Auditori de Les Arts y 14 en el Teatro Principal de València.
La alegría, el amor, la pasión y la melancolía, todo esto se encuentra también en la vida de los grandes compositores.Pero en la música estos estados alcanzan un nivel más elevado, más refinado y sublimado.
Los Intermezzi op 117 de Brahms subieron el listón expresivo hasta alcanzar una belleza insólita.La sobriedad, musicalidad y refinamiento expresivo que el compositor hamburgués vuelca en estas piezas tardías encajan a la perfección con la personalidad de Sokolov.
Volodos nos permitió escuchar como nunca la paleta dinámica y armónica de la partitura, el equilibrio sonoro de todos los planos que se escuchaban con una claridad y transparencia únicas y el contraste entre un lirismo de alto vuelo poético con una ajustada solemnidad.